Palencia es una emoción:

10 febrero 2014

Los Goya, otro éxito del cine español

Como todos los años en las primeras fechas de febrero, el cine español se ha regalado un merecido homenaje. Productores, actores, guionistas y todas las demás ramas ligadas al séptimo arte se han celebrado a sí mismos y han festejado sus éxitos.

Éxitos que vienen otorgados por el numerosísimo público que a lo largo de todo el año llena las salas donde se exhiben producciones españolas. Desde que tan inteligentemente el mundo del cine español dejara la tesis doctrinarias en las que se apoyaba, abandonando el cine guerracivilista, militantemente sectario, panfletariamente de izquierdas, el público ha respondido masivamente, olvidándose de su tradicional apoyo al cine extranjero, americano mayoritariamente, llenando las salas para ver cintas españolas atractivas, simpáticas, divertidas… aunque sin haber perdido la capacidad de hacernos reflexionar.

Ayer el cine nacional se colgó de su solapa la merecidísima medalla de haber renunciado a las subvenciones, tan cuantiosas como imprescindibles para un cine que hasta su cambio de rumbo era clamorosamente rechazado por el público. Que los impuestos de los españoles no sean destinados a negocios privados, subvencionando películas tan doctrinarias como plomizas y ayunas de espectadores, algo que ocurría desde la noche de los tiempos, también ha contribuido sin duda al prestigio de una industria que se movía como pollo sin cabeza en el corral de las artes.

Ayer, tanto el presentador como los artistas premiados, autoerigidos no se sabe por qué, en representantes de la Ética, la Justicia y el Conocimiento, nominados no se sabe por quién defensores de los débiles, volvieron en sus discursos a criticar los grandes vicios de nuestra sociedad, afeando a los políticos sus defectos, llamando la atención sobre los errores sociales. De esta manera, unos y otros censuraron conductas reprobables, centrándose en la corrupción de los fraudes en el seno de la UGT de Andalucía, con feroces ataques a la inmoralidad de los dirigentes que fomentaron o permitieron estas prácticas inmorales durante tanto tiempo, exigiendo que sea devuelto a la sociedad aquello que le fue robado por tanto fraudulento defensor del obrero. Obviamente, como ya se sabe desde que se produjo la renovación en el cine español, la ecuanimidad estuvo presente en todos los discursos y no faltaron feroces ataques a los sobres con los que se hicieron los famosos pagos en dinero negro dentro del PP.

También hubo discursos críticos con los desahucios y ERE’s con los que el capitalismo se deshace de aquellos obreros que le sobran cuando las cosas van mal; así grandes y pequeñas empresas, desde Coca-Cola hasta el restaurante de la familia Bardem, recibieron sus correspondientes tarascadas de los actores, productores y guionistas que criticaron estas malas artes capitalistas sin importarles de donde vinieran.


En resumen: un gran acto, lleno a partes iguales de glamour, inteligencia y demandas de justicia social, todo ello coronado por los numerosos éxitos populares del cine español, que lejos del adoctrinamiento que le era propio hasta hace poco ha encontrado un camino personal hacia el éxito y los taquillazos, reencontrándose con un público que hasta este momento le era indiferente y a veces incluso hostil. Enhorabuena y que siga la trayectoria de éxitos cinematográficos de una industria que era hasta hace bien poco una fábrica de quejas.

3 comentarios:

Cara de Plata dijo...

Como que son el Ejército del Ministerio de Kultura.

Star Collector dijo...

Cine español. La leyenda continúa (inspirar, mirada a lontananza, impasible el ademán.)
Y la subvención, también (resoplar.)
¡Corten!

El Incorruptible dijo...

¡Es que las películas españolas son muy malas! Son malas por aburridas, por reiterativas, son malos sus diálogos, sus puestas en escena. Lo que da que pensar que a lo mejor nuestros intérpretes no son tan malos como parece, de tener mejores vehículos de expresión. Malas, con independencia de las opiniones políticas que tengan sus actores, directores, guionistas. Es más, si el medio que sirve de difusión a la ideología de todos ellos es su cine, puedo estar tranquilo, porque nadie lo ve, luego a nadie llega su “mensaje” naïf. Además, ¡se hacen cada trastadas entre ellos! Uno observaba aburridamente la ceremonia al vuelo de las dagas venecianas por el auditorio y se preguntaba: ¿Es comprensible que los Goyas más lucidos se lo lleve una cinta Vivir es fácil con los ojos cerrados? Más cine de tesis. Amable, sí, y malo. ¿Y que Javier Cámara haya sido el ganador del Goya al mejor actor? ¿Pero ese muchacho es actor? ¡Pero si su mejor interpretación fue la que hizo para “Torrente, el brazo tonto de la ley”! Y todo ello en detrimento de un bromazo pasable y poco original, pero infinitamente mejor, que es Las Brujas de Zugarramurdi. Le amargaron la miel de los Goyas técnicos postergándola con saña en los premios principales, sólo por darle una patada en las posaderas a su director, Alex de la Iglesia, a cuenta de internet. Cine español sí, pero no una casta acaparadora de subvenciones, que siempre van a los mismos y a algún cortesano que cooptan entre los suyos, con exclusión de los que verdaderamente tienen talento y ganan dinero con él porque gustan al público. Por cierto, al final de la gala puede acceder, no sé por qué canal, a la ópera prima de Fernando Colomo, Tigres de Papel, una película humilde, que me pareció una delicia al lado de cualesquiera de las premiadas; muy bien Carmen Maura; cualquiera de las interpretaciones del resto del elenco, dentro de su bisoñez y voluntarismo, me pareció más matizada que los 108 minutos de muecas de Javier Cámara en la cinta premiada, y no he entrado aún a analizar el guión: Colomo clavó la transición con buenos diálogos porque sabía de qué hablaba; David Trueba, que sí sabe de sectarismo, no se pudo enterar de qué iban los 60 en España, y lo muestra en 108 minutos de clichés refritos. Bueno, es mi (acerba) opinión, que, confieso no justo, pero sí sentida. ¡Qué más me gustaría que se volviera a hacer buen cine en España!

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