Todavía no se sabe qué dirá el
ministro Montoro ante el nuevo informe sobre la pobreza infantil en España.
Ante el anterior vino a decir que la culpa era del mensajero, Caritas, y no del
desastre de la gestión gubernamental. Ahora descubrimos que a esos malvados
efectos de la crisis económica y de la mala gestión de nuestros gobernantes hay
que añadir que las ayudas sociales que deberían hacer frente a esa pobreza
infantil no llegan suficientemente para contener la desgracia.
Ser niño significa entre otras
cosas depender de los demás, ser el más débil, pero no debe importar a nuestros
dirigentes, pues somos después de Grecia
los más inútiles a la hora de remediar estos crueles efectos. Las ayudas
sociales sólo han conseguido remediar estos males en un 6’8%. Gestión
gubernamental. Al desastre de la gestión de un ignorante total en economía como
Zapatero, que negó la crisis y luego la dio por superada, hay que añadir el
desinterés social del gobierno del PP, preocupado por los datos macroeconómicos
pero no por la calidad de vida de sus ciudadanos. El resultado de tan obvia
suma es que la tercera parte de los
niños españoles está en riesgo de caer en la pobreza. Y no ha temblado el
Estado, nadie se ha echado a la calle.
El mismo día que salta esta cruel
noticia coincide en las portadas de los periódicos con “Interior indaga un
fraude en cursos de formación en Andalucía”. Otra: “Un informe cifra en 66
millones las ‘sobrecomisiones’ de los ERE”. Mientras tanto en otros lugares de
los periódicos colea todavía el caso de los sobres de Bárcenas. Y España sigue
sin importarle la coexistencia de tamañas barbaridades, a nadie parece afectar
que la delincuencia derrochadora viva en la misma calle que los niños en la
miseria. El protagonismo de partidos y sindicatos en estos delitos es patente
pero no se oye a nadie pedir perdón, son corruptas estructuras de la democracia
sin que la democracia tome medidas para ahorrarnos tanta barbarie. El
clientelismo, pagar a ciudadanos o trabajadores para obtener a cambio su voto,
está por encima de los derechos más elementales de la infancia.
Todavía no se sabe qué dirá el
ministro Montoro ante este nuevo informe sobre la pobreza infantil en España. Ser
niño significa entre otras cosas depender de los demás, ser el más débil, hasta
el punto de que la tercera parte de los niños españoles está en riesgo de caer
en la pobreza. Y no tiembla nadie, nadie se ha echado a la calle.
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