Conste que yo también digo tacos. Los hay en todos los
idiomas porque son imprescindibles para la expresividad verbal, para el
énfasis. Sin tacos la expresividad perdería y muchas veces nuestra entonación
sería plana. Pero…
Pero hasta abusar de cosas tan apetitosas y sabrosas como
los pasteles, por ejemplo, nos traería problemas. Hubo un tiempo en que el
abuso de estas palabras era claro síntoma de un bajo estatus social y cultural.
Hubo un tiempo en que los chavales de la calle no decían determinadas palabras,
se sabían obligados por la educación a cuidar algunas expresiones, incluso hubo
un tiempo en que la feminidad estaba reñida con estas palabrotas.
Ahora vemos a una ministra hablar de su “puta vida” ante
periodistas, cámaras y micrófonos y sirve para echarnos una risa. ¿Será que no
se ha quitado el pelo de la dehesa o que ya no hay fronteras de estatus social?
Ayer oía ante la puerta de un centro universitario palentino a una… (¿señorita,
chavala, chica? ¿….estudianta?) desconocida decir que tenía las bragas mojadas
de sudor. Y cuando vio mi cara de asombro estuvo a puntito de soltarme una
fresca. Y llegado ese punto habría hecho mejor en salir corriendo para evitar
problemas y vergüenza. Yo.
Sé que defendiendo la postura que defiendo doy una imagen de
troglodita cavernario y, para algunos, de meapilas. ¿Debo acongojarme o
acojonarme? Insisto: los tacos están para ser usados, yo también lo hago. Pero
tengo la impresión de pertenecer a un país barriobajero y socialmente
tercermundista cuando encuentro personas que están todo el día con “la puta”,
“los cojones” y “coño” a flor de labios. Y blasfemias. Lo que produce muchas
risas habitualmente a los escuchantes. Sensibilidad social. De cojones, oiga.
Cuando oigo algunas expresiones suelo en voz baja cagarme en
la madre que parió al malhablante. También suelo mandarle a tomar por el culo.
Especialmente cuando quien expele tan claro síntoma de escasas luces es una
señora. Hay quien confundiendo el culo con las témporas piensa que lo de la
liberación femenina pasa por estar todo el día con “los cojones” en la boca… El
contraste entre el aspecto femenino y delicado de algunas exquisitas señoras y
su rudo vocabulario es equiparable a un puto carretero leyendo a Nietzsche.
Sé que defiendo una postura obsoleta y derrotada por la
evolución social, pero soy así, oiga, me gusta dar por el culo a la sociedad.
Por cierto ¿Evolución o involución? ¡Aclárenmelo, joder!
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