Supongo que en verano hacemos más
vida en común y que por eso estoy irritado. Las buenas temperaturas facilitan
la convivencia, al tiempo que el calor nos vuelve más irascibles, así que la
mezcla lleva con facilidad, al menos a mí, a la mala leche. Ustedes perdonen.
El caso es que estoy sentado en
una terraza, aliviando los calores con una cerveza con mucho limón. Hasta hace
unos momentos una pareja estaba a mi lado, charlando, bebiendo y fumando. Sé
que no debería decirlo pero su tabaco me molestaba. Mucho. Como la ley estaba
de su parte, como hay que ceder y convivir, me callé... Bueno, que no me
quedaba más remedio porque Zapatero sólo prohibió fumar en el interior de los
locales.
Pero ha llegado una familia, el
padre lleva barba de tres o cuatro días, melenilla descuidada y marrana. Y esos
horrendos pantalones piratas a cuadros. La madre, un top que dejaba ver su
sobaco y los tirantes del sujetador. El niño... El niño iba de niño... De
pronto algo ha hecho la criatura, pongamos unos diez años, y el padre le ha
dado una voz: "¡Para quieto, hostias...!" La terraza ha temblado, se
ha detenido el aire y el sol se ha parado a ver. Nadie se ha movido, todos hemos
contenido la respiración...
¿Por qué Zapatero no prohibió
también la mala educación, el mal gusto, las voces, la gente sucia y
harapienta? El caso es que en cinco
minutos la terraza se ha quedado medio
vacía. Sólo resistimos dos parejas en la esquina opuesta y yo. Y esta familia
que les digo. Qué asco. Qué asco porque su presencia lo invade todo. No, no es
su presencia, son sus voces, hablan a voces, se saludan a voces, piden a voces,
preguntan a voces y responden a voces. Son barriobajeros, sucios y maleducados.
No, no me llamen clasista, no
hablo de dinero, por ejemplo, hablo sólo de respeto, de saber convivir, de
pensar en que los demás tienen derechos, no hablo de clase social, no me sean
demagogos. Hablo de educación, hablo de que Zapatero, que prohibió
acertadamente fumar en sitios cerrados, podía haber prohibido hablar a voces,
vestir como haraganes, salir a la calle con aspecto desaliñado. Pero no, se
paró en lo del fumeque. Qué error, qué torpeza. Ya puesto a ello podía haber
prohibido personajes zarrapastrosos como éstos.
Y otro día les hablaré de esas
familias memas que convierten pacíficos restaurantes familiares en campos de
batalla donde sus hijos o nietos campean a su libre albedrío, como si no
hubiera nadie más en el mundo. Payasos.
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