Nunca a ningún partido le sirvió
de nada ceder a los chantajes del nacionalismo catalán. Ni a Felipe González ni
al Aznar que hablaba catalán cuando interesó. Ni al Zapatero que prometió
respetar el Estatut como saliera del Parlament. Ni a Rajoy ni a Saenz de
Santamaría y sus buenas relaciones con Junqueras.
De nada ha valido callar ante el
adoctrinamiento en las aulas durante decenios, ante la presión a los comercios
que solo rotulaban en castellano. Porque los nacionalistas
siguen en su posición, inquebrantables, impasibles, sin ceder
un ápice.
De nada ha valido callar ante los
desprecios del catalanismo a los extremeños, murcianos, andaluces. O
castellanos, ...vistos como la encarnación del demonio. De nada sirvió callar
ante las ofensas de TV3. Porque los nacionalistas siguen en su posición,
inquebrantables, impasibles, sin ceder un ápice.
De nada vale callar ante la
sociedad dividida, los amigos enfrentados, las familias rotas, las corales, las
peñas, los excursionistas... De nada ha valido cerrar los ojos ante la realidad
del nacionalismo. Porque los nacionalistas siguen en su posición,
inquebrantables, impasibles, sin ceder un ápice.
De nada ha servido que Cataluña
se haya llenado de fábricas para vaciar de gente Castilla. De nada ha servido
colmar de infraestructuras de las que los demás carecemos. De nada ha servido
arruinar al interior de España, esquilmar a los más pobres para enriquecer a
los más ricos. Porque los nacionalistas siguen en su posición, inquebrantables,
impasibles, sin ceder un ápice.
Pero los gobiernos, del PP al
PSOE, han preferido siempre mimar a la mitad nacionalista que a los no
nacionalistas. Ha preferido abandonar a los suyos para primar a los
nacionalistas. Vuelve a pasar hoy.
Vuelve a pasar con el traslado de
los prisioneros del golpe de Estado, vuelve a pasar con las cesiones de
siempre, cediendo en los derechos de los no nacionalistas. Y los nacionalistas
siguen en su posición, inquebrantables, impasibles, sin ceder un ápice.
El nacionalismo es paciente, sabe
que tarde o temprano habrá un gobierno débil al que chantajear. Sigue en el
desprecio, en la supremacía, en la superioridad ética. Incluso étnica.
Entonces, ¿por qué España prefiere a los catalanes independentistas?
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