Parece que la manifa de hoy domingo
en Colón no ha sido el éxito esperado. Entre los 45000 de unos y el medio
millón de otros, la asistencia de 150000 personas puede considerarse bastante
aproximada; la plaza de Colón no explotó, las calles son de la izquierda, que
no necesita marchamos democráticos para rodear parlamentos o quemar
contenedores cuando no le gusta el resultado de unas elecciones.
España es así, la derecha vota y
calla, generalmente con complejos, y la izquierda saca a las gentes a las
calles con los más remotos planteamientos. La izquierda se moviliza, la derecha
calla. Se han repartido así los papeles, patriotas de bandera desde el sillón
contra progresistas que no tienen inconveniente democrático en comprarse casas
de 600000 euros ni ven reparo en apoyarse en el partido de Arnaldo Otegui o en
conchabarse con nacionalistas racistas… si no son nacionalistas españoles,
claro. Enfangados en corrupción unos y otros: sobres “B”, 3%, Eres, “bufandas”
y sobresueldos extraños incluidos.
La derecha ha vivido siempre
asustada, acomplejada, acobardada. En cualquier cena de empresa, en cualquier
grupo de guasap de padres de alumnos, en las meriendas de la coral del barrio, las
opiniones “progresistas” se exhalan con mayor facilidad y cantidad que la
derecha. La derecha calla siempre con mieditis. Hasta hace bien poco al menos.
El tema de Cataluña ha incendiado muchas voluntades dormidas, muchas opiniones
silentes. La izquierda ha despertado a esa derechita que tenía miedo a decirlo
y vergüenza de serlo. Que a 800000 andaluces no les haya importado dejarse
llamar fascistas y hayan votado a VOX es muestra de que algo está cambiando,
están levantando, creo que muy conscientemente, a una derecha que votaba
mansamente, borreguilmente, cerril y eternamente al Partido Popular. Lo que ETA
no consiguió lo están logrando Sánchez e Iván Redondo con Puigdemont y Torra en
una partida de parejas (¿naipes, tenis?) que estaban librando sin que los
afectados, 45 millones de españoles dijéramos nada.
Es necesaria otra izquierda que
no deje España ni sus símbolos en mano de la derecha. Que combata la izquierda
avergonzada de ser española. Una izquierda que haga de la justicia social su
banderín de enganche sin dividir España. Sin rifarla. Sin consentir regiones
privilegiadas, llenas de industria, población y riqueza que demanden aún más
esfuerzo y más sacrificio a la España vaciada, despoblada, envejecida,
desindustrializada. “Desfuturalizada”.
Entre una derecha que no sabe
defender los intereses de la clase media y una izquierda entregada a la
antiespaña hace falta una izquierda nueva, una izquierda que en vez de apoyar
al cincuenta por ciento de catalanes independentistas apoye al cincuenta por
ciento que no la insulta, que no la desprecia, que no la ataca.
Y concluyo, ¿son los españoles
conscientes de que todo esto empezó cuando Pujol imponía su criterio a Felipe
González y Aznar para apoyar sus presupuestos? Pues miren cómo ha crecido el
monstruo.
1 comentario:
He estado allí y puedo decir que por exceso de viajeros había un bonito tapón que hacía dificil salir por las escaleras de la estación del tren en Recoletos, poco antes de empezar el acto; que en el exterior no había huecos para más gente y que a un centenar de metros ya no llegaba el sonido ni la vista de la pantalla, por tanto es lógico que hubiera menos gente, porque no se trataba de una manifestación de ir andando ocupando el largo de una calle con algarabía de altavoces.
Pero los asistentes iban en el tren con sus móviles viendo el desarrollo, y cuando a las 12:30 ha sonado el himno nacional, por la boca del tren continuaba saliendo mucha gente con banderas que llegaba tarde.
Se ha hecho de forma que nadie se podía sentir allí ni ajeno, ni ofendido.
De cualquier forma, esa unión de fuerzas políticas deberá mostrarse en el Congreso y los ciudadanos no debemos mostrarnos seguidores ciegos de ninguno de ellos hasta que lo que hagan coincida con lo que prometen, que ya estamos bastante escamados.
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