El
PSOE, ese partido que gobierna casi sin diputados, se ha empeñado en
sacar a Franco de su tumba. Debo reconocer que Franco hasta ayer no era
más que un cadáver que al 98% de los españoles nos traía al pairo. Pero con su exhumación Pedro Sánchez y sus decretos ley (un decreto ley
es una decisión tomada porque sí, “porque yo lo valgo”) están
consiguiendo poner el marchamo de fascista a aquellos españoles que no
piensan como el PSOE. Eso se llama dividir y enfrentar innecesariamente
Gobernar
sin diputados es lo que tiene, que aquello que pasó sin pena ni gloria
para Felipe González o Zapatero -décadas de gobierno socialista- se
convierta de pronto en una urgencia para satisfacer a quienes te prestan
diputados.
Sacar a
Franco de su tumba es una chorrada solemne a juzgar por la actitud de
España en estos cuarenta y tantos años. Pero por mor de la escasez de
diputados socialistas se ha convertido en una urgencia mayor que las
colas en Sanidad, esas largas esperas para que te extraigan el apéndice,
por ejemplo, o mayor que las escasas pensiones o mayor que la ratio
alumno profesor en las aulas españolas. Todos estos graves problemas de
pronto han dejado de ser urgentes, lo importante es que los socios del
gobierno estén contentos y no lo dejen caer.
A
Franco se le saca de su tumba no por urgencia sino por la política
partidaria y egoísta del PSOE. Y si te opones eres fascista, franquista y
troglodita. Lo que con González o Zapatero no era urgente se ha
convertido en prioritario solo porque Sánchez no puede gobernar sin
contentar a sus compañeros de partida.
El
PSOE, ese partido que recibía con brazos abiertos a los inmigrantes del
Aquarius o a los que saltaban la valla de Ceuta… hasta que decidió
hacer lo contrario.
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