Desprecia Adriana Lastra a los
patriotas de bandera en el balcón. Vuelve la izquierda torpe a despreciar el patriotismo.
La izquierda española es siempre internacionalista excepto cuando se trata del
País Vasco o Cataluña; qué bien se lleva tradicionalmente con la derecha
burguesa de esos dos grandes lugares españoles. Pero sigue menospreciando al
patriotismo español, algo que no sucede en Francia, Alemania o Italia. En cualquier
lugar de nuestro mundo izquierda, derecha y centrocuentistas coinciden siempre
en el amor y en el respeto a la patria y sus símbolos, preguntemos a Barak
Obama.
Si en España hay un resurgimiento
de la derecha, el emblema actualmente parece ser Vox, hay que apuntárselo en el
debe de una izquierda estulta y de una derechita acomplejada, empeñadas ambas
en el disimule, el desencanto y la neutralidad ideológica. El amor por lo
propio, los sentimientos por el himno y la bandera parecían solo justificables
si eran los del nacionalismo vasco o catalán. Si se trata del español es
inmediatamente tildado de fascismo. ¿Qué diferencia a unos nacionalismos,
disgregadores por otra parte, y al otro, integrador? Prueba de que el
nacionalismo regional es salvable lo tenemos en que a Pujol se le ha perdonado
los menosprecios que hacía a andaluces y extremeños así como que nadie parece
interesado en los disparates racistas de Quim Torra. (Por cierto, ahora que
Rato está en la cárcel, ¿qué pasa con el juicio a Pujol?)
La bandera en el balcón, eso que
tanto molesta a la poco preparada Adriana Lastra, es un símbolo de revuelta
contra el pensamiento políticamente correcto, contra el buenismo del PP y el
torpedismo del PSOE. A subirla al balcón
de muchas casas ha contribuido la memez de los partidos que se olvidan de los
ciudadanos, sus sentimientos y sus pensamientos. Son la torpeza del PSOE y la
simpleza del PP los que han contribuido a que mis vecinos la hayan colgado con
orgullo, esos mismos vecinos que antes habrían tenido miedo de ser llamados
fascistas. La política vacua e ineficaz de los partidos establecidos ha
blanqueado el complejo de sentirse español y proclamarlo, complejo que hace
poco tiempo habría asustado a cualquiera.
España es un país complejo, el
único país del mundo que se avergonzaba de sus símbolos y de su historia, único
país que consideraba fascista a quien exhibiera su bandera, algo impensable en
China, Ecuador o Gambia, tan impensable como en Portugal, Austria o Dinamarca.
Hay que dar las gracias a Adriana Lastra y a todo el PSOE por hacer de España un país mucho más
normal y coherente, encajado en los países de su entorno. O más lejanos, que
vaya usté a decirle a un vietnamita que es facha por exhibir su bandera. A España
le hace falta una izquierda nacional, no nacionalista, y digna, que no se acompleje
de ser española. Si hay que acomplejarse… ¿qué podemos pensar de ese país
puntero que organizó y desarrolló dos guerras mundiales, causando un inmenso
genocidio? ¿Se avergüenzan los alemanes de ser alemanes?
Ah, gracias también al PP por sus
complejos y su desestimiento eterno, él también ha echado una mano en esa
normalización.
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