Esta insistencia en sacar a Franco de su sepultura fue un
empeño de Pedro Sánchez para no dejarse adelantar por la izquierda. Es un “A
antifranquista tú no me ganas” echado en la cara de Pablo Iglesias. De momento
nos sirve para reírnos del gobierno.
Este juego de ver quién más de izquierdas ha servido también
para traernos a la actualidad a un señor, dictador durante cuarenta años, del
que solo se acordaba un puñado de nostálgicos mal vistos por el resto de la
sociedad. De Franco “pasaba” toda España menos los cuatro taraos de uno y otro
bando. Al resto nos parecía tan antiguo como la ermita de San Juan de Baños, un
hermoso monumento visigodo que casi nadie visita, salvo gente muy interesada, a
veces venida en autobús desde muy lejos. Como Franco, olvidado por la sociedad
española, más pendiente de la enésima crisis del Real Madrid y de Gran Hermano.
Quizá se trate también de ganar la guerra civil de nuestros
padres y abuelos y de reescribir la Historia. Pero ni esa guerra ni esa parte
de nuestra Historia eran objeto de interés. Franquistas y antifranquistas eran
pocos y poco importantes, ese capítulo de una clase que todos se saltaban,
nadie estudiaba porque a nadie interesaba.
Sin embargo lo que esta gente llena de buenas intenciones y
malos hechos ha logrado ha sido excitar las más bajas pasiones de franquistas y
antifranquistas, revivir en ellos los odios y el enfrentamiento que nadie
quería, del que nadie se acordaba ya.
Ayer un paisano con ganas de auto promoción publicitaria se
acercó con disimulo a la tumba de Franco y la pintarrajeó. Otro que se creerá
muy machote, muy original y muy de izquierdas pero que solo es un subproducto
de la mente de Sánchez e Iglesias. Sin esta controversia actual, promovida por
un gobierno que está cayendo en el ridículo más espantoso, este paisano habría
estado otros cuarenta años sin acordarse de Franco, de su tumba ni del Valle de
los esclavos, ustedes perdonen la licencia.
Pero somos muñecos manejados por los políticos, por todos, por
todos, que son los que buscan nuestro bien y nuestra libertad, manipulándonos,
empujándonos a hacer lo que ellos no se atrevieron nunca.
Para esto ha quedado Franco, para ser el espantajo que la
izquierda agita delante de sus secuaces y recoger las nueces. Bueno, los votos.
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