Perdóneme el lector mi manifiesto
derrotista. Somos lo que quieren, pensamos lo que quieren y votamos lo que
quieren. No me hable usted de la libertad aunque sea votante de Podemos o de
Vox. No somos libres.
El extraño caso de Vox se
manifiesta en cualquier televisión a cualquier hora: un partido sin diputados,
casi sin concejales, salvo alguno que ha abandonado el PP, es noticia en todas
las televisiones. De pronto, sin más ni más. Nos lo quieren vender como sea,
con un objetivo definido, sea el que sea. Sí, exactamente lo mismo fue el caso
de Podemos. Surgen de pronto, casi de la nada, casi sin infraestructura. Buscan
a los desencantados de un sistema perpetrado para acogernos a todos. A casi todos.
Vox cierra el círculo perfecto
que se inició el onceeme. El 11 M. Y nos promete la redención y conquistar el
cielo, el palacio de invierno y el de verano. Y nos lo creemos y nos
entusiasmamos. Pero entre todas sus voluntariosas promesas hay proposiciones
inalcanzables. Nunca, nadie, por procedimientos democráticos va a suprimir las
autonomías. Ni a prohibir los partidos independentistas. No hay bemoles de
proscribir al cincuenta por cien de los habitantes del País Vasco o de
Cataluña, no se puede prohibir al cincuenta por cien de la población. Pero nos
lo creemos, nos entusiasmamos y queremos asaltar todos los palacios imperiales
que se nos pongan por delante. Aunque, como es el caso, conquistarlos suponga
la debacle final de una nación.
Hay mucho que regular, que
cambiar, que arreglar, modificar y solucionar en el espinoso tema de las
autonomías. Pero nada de ello pasa por suprimirlas. Por mucho que enardezca a
los votantes de Vox.
Y no, no somos libres, nos dicen
lo que tenemos que pensar, decir y votar. ¿Por qué en todas las televisiones,
incluidas las supuestamente conservadoras se habla de Vox como partido de
extrema derecha pero nunca, nunca, nunca se ha hablado de Podemos como de
extrema izquierda? ¿Qué misterio se oculta detrás? ¿Resulta atractivo o
rechazable para los espectadores que se hable de la extrema derecha? ¿Un
partido que apoyó la causa funesta, innoble y antidemocrática del Chavismo no
es de extrema izquierda? ¿Por qué no se
repite la muletilla de la misma manera habitual que con Vox? ¿Por qué tanto
periodista demócrata sonríe hasta las arcadas con Pablo Iglesias y pone cara de
perro ante Abascal?
Vox es un futuro ilusionante para
muchos, es un contrapeso al extremo izquierdo de nuestra sociedad. Vox puede
ser parte del futuro, pero no es el futuro. No con demagogia, no con propuestas
inalcanzables. Aunque haya miles de españoles dispuestos a votarles,
especialmente en las próximas elecciones europeas, donde votar, aunque sea
votar disparates, sale gratis.
Cuando partidos como Vox o
Podemos llegan al Parlamento, no digamos ya al poder, es que los demás partidos
no han sido útiles al pueblo, no han servido a los trabajadores, no han ayudado
a la nación. Y como no han cumplido sus objetivos hay que ofrecer al votante
nuevas opciones.
Nunca nadie gana unas elecciones,
las pierde el otro. El que estaba en el poder.
1 comentario:
¿Y qué objetivo loable han conseguido las autonomías para que no haya que tocarlas, modificar sus competencias o su composición?
Además estamos en una autonomía artificiosa donde las haya, un trozo de lo que debía ser la autonomía castellana o, si queremos seguir juntos, de Castilla y de León porque Castilla nunca ha tenido fronteras.
Publicar un comentario