No debería presumir de no ir al
cine español. Pero hace décadas que no voy. Fue una decisión inconsciente, a la
par cultural e ideológica. A la par porque no era buen cine y porque hacían
apostolado conmigo. Apostolado guerracivilista. Se habían empeñado en
convencerme de lo buenos que eran ellos y sus ideas y lo malos que eran los
demás. Egoísmo. Egocentrismo. No, mejor: egoculturismo.
Dejé de ir al cine, claro, pero
sigo pagándolo a través de mis impuestos. Sí, pienso que debemos aportar dinero
para defender nuestra cultura. Pero no cuando se empeñan en discursos ideológicos,
sectarios. Mafiosos. Tramposos. Ni cuando la obra ¿de arte? no es buena. Parece
ser que muchos miles de españoles han tomado la misma decisión que yo.
Me he cansado de ver cine
americano. Nos sabemos costumbres americanas, absolutamente ajenas a nosotros
por su cine. Como lo de la marmota esa del otro día. O el supremo peñazo de
Jalogüin. Nos conocemos sus héroes y antihéroes. A los vaqueros y a los indios.
A los astronautas, a los espías. A los grandes empresarios.
Porque no nos importa ir a ver
pelis de héroes americanos. Aunque fuesen salvajes genocidas como el general
Custer. Porque a los americanos no les importa hacer pelis sobre sus héroes. Sobre
todo sobre sus héroes. Sin que nadie les acuse de fachas ni retrógrados por
amar a su país, a sus héroes, a sus leyendas.
Pero nosotros no hacemos una peli
de Blas de Lezo porque… “no nos da la puta gana” según dijo un tal Borja Cobeaga,
creyéndose por ello el más guay del mundo mundial, el más progre, el ombligo de
la cultura mundial. Porque si el mundo del cine español hace una peli para
hablar bien de España y de sus héroes pasan a ser unos fachas. Con dos cojones.
Y eso sí que no, nunca, jamás. Y si hacemos una peli, otra, sobre los últimos
de Filipinas es dejándolos cubiertos de mierda, de sombras, de dudas. De dudas
sobre su honorabilidad. Porque para esos somos cineastas españoles, faltaría
más.
No, no quiero volver a las pelis
de Franco, Jeromín, Balarrasa, Marcelino Pan y vino. No, quiero un cine normal
en un país normal con ciudadanos normales. En el que alabar a nuestros héroes
sea normal y lo de Borja Cobeaga sea anormal. Parece ser que muchos miles de
españoles opinan lo mismo que yo.
Solo el hijoputismo español
impide que reconozcamos a nuestros héroes como los americanos (del norte y del
sur) reconocen a los suyos. Como los franceses, chinos, senegaleses, rusos,
canadienses, suecos, italianos… Yo quiero que España sea un país normal, no
como Borja Cobeaga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario