Sé que vivimos en tiempos materialistas, sé que España es más laica que el Boletín Oficial del Estado. Y además sé que somos prácticos porque hay que serlo para poder vivir, que sin vil metal no vamos a ninguna parte. Pero también sé que vivimos en tiempos en los que hemos hecho de algunos derechos el súmmum de lo políticamente correcto. De “algunos”, insisto, machaco y recalco. Ay de mí si se me ocurriera llamar maricones a todos los zerolos del mundo. Se me echarían encima mil y un lectores reclamando espantados el uso de algún circunloquio más correcto, “personas con una opción sexual alternativa”, por ejemplo.
¿Y si tuviese la infeliz idea de llamar “negro” a un negro en vez de decir “subsahariano” o “persona de color”? ¡Qué torpe sería yo si cometiese el error de llamar enano a un enano! ¿Pero entonces por qué a mí no se me respeta, por qué no se respetan mis sentimientos religiosos, al menos en esta Semana Santa? Porque en Venta de Baños, mi pueblo, algún tabernero con perspicaz mente comercial se ha inventado para este próximo fin de semana la iniciativa gastronómica que ha llamado la “brocheta santa”. Yo comprendo que vivimos tiempos en los que hay que hacer “pelas” como sea, pero ¿quiere alguien explicarme qué coño es la “brocheta santa? ¿Había que llamarla “santa” para…? ¿Para qué? ¿Por qué no “brocheta ferroviaria”? ¿Y brocheta cerrateña? ¿Si la llamamos “santa” multiplicará los euros de las cajas registradoras? ¿Entrarán en las tascas de Venta de Baños más clientes? ¿Oiga, y “brocheta mahometana"?
Que nos la cogemos con papel de fumar. Cuando nos interesa, claro. Hemos edificado nuevos altares del falso respeto y del circunloquio social y el pueblo idolatra ser estúpidamente correcto, lo que no me parecería nada mal si para ello no hubiéramos derribado otros respetos anteriores y más tradicionales, quizá por ello nos deben parecer material de derribo, desecho de la construcción de un nuevo mundo a partir de nuevos ideales y nuevas consignas del Poder. A la hoguera de la progresía con ellos. Claro que ese mismo pueblo tan progresista ha elegido libremente a Chikilicuatre para representarnos. Que semejante individuo haya sido seleccionado por los ciudadanos me da qué pensar de los ciudadanos, del gusto de los ciudadanos y de la cultura de los ciudadanos, pero me jodo y me aguanto.
Sé que muchos lectores se estarán diciendo que debo ser un facha, tal vez un integrista, quizá un viejo franquista camuflado, dirán que vaya tontería, que por bien poco me escandalizo y armo este “pollo”… No, no, no es cierto. Lo que me toca las narices es vivir en una sociedad que no permite que las televisiones cuenten chistes de gangosos, de enanos o de maricas porque se escandaliza y los espectadores queman la centralita telefónica. No les niego la razón.
Pues, oiga, yo quiero que nos la cojamos con papel de fumar para todo, para todos. Yo quiero que me respeten, a mí y mis sentimientos, tanto como a Zerolo, joé.
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