Palencia es una emoción:

06 abril 2010

Reformar la Ley del Menor no es necesario, basta con cambiar España

Quizá haya que reformar la Ley del Menor, pero nunca al calor de un suceso tan grave como el que acaba de pasar. No es urgente, hay otras cosas que son más perentorias para la sociedad. Cambiar la educación, cambiar los ejemplos que se les da a los adolescentes, cambiar el estúpido papel acomplejado actual que desempeñan los padres, cambiar las series de televisión o devolver a la familia valores tradicionales y por ello abandonados cual seres apestados son urgencias mucho mayores.

Llevar a la cárcel a niños de 14 años y el año que viene a los de trece y al siguiente a los de doce no nos va a solucionar nada. El problema es lamentablemente mucho más grave, infinitamente más profundo y dolorosamente más insoluble. Recuperar grandes valores perdidos es cuestión de mucho tiempo y de mucho esfuerzo pero sobre todo es producto de un cambio de orientación social, de devolver el “seny” (un saludo a mis lectores de Cataluña) a una sociedad que piensa por sistema que todo lo heredado de nuestros pasados es necesariamente malo, que todo hay que ponerlo patas arriba y que si algo es progre es porque es guay. O viceversa. Las reformas casi siempre son imprescindibles y buenas pero han de ir en el sentido correcto y a la velocidad adecuada; la sociedad debe saber rectificar cuando comprende que ha metido la pata.

Devolver a los jóvenes el sentido de esfuerzo, la necesidad de respeto a los mayores y a la autoridad; que en las escuelas los maestros estén más pendientes de la educación y de la instrucción que de completar papeles y rellenar informes, que los alumnos sepan cuáles son sus derechos pero también sus obligaciones serán parte de la ingente tarea que debería acometer el sistema educativo.

Pero a la sociedad, o a quienes la rigen, se les puede pedir más lógica y más visión de futuro: Que los medios de comunicación trasmitan otros ejemplos de éxito social distintos a “Generación Ni-Ni” o “Gran hermano”, que se destierren programas como o “Escenas de matrimonio”; que los programas más valorados no trasmitan las basuras inmorales (no hablo de moral religiosa) que arrasan en las programaciones, que éstas no vengan marcadas por los sectores más brutos, analfabetos, iletrados y sanchopancescos de nuestra sociedad. No basta con decir que los padres deben controlar a sus hijos, en cuanto éstos alcanzan cierta edad encuentran muchas formas de burlarlos, la infinidad de cadenas, la diversidad de oferta y la complejidad de la sociedad actual facilitan su tarea.

A los padres hay que pedirles más compromiso con sus hijos, mientras que para conducir una motocicleta hay que pedir un permiso a la autoridad para ser padre basta con un placentero y afortunado coito. Sin embargo ser padre es una responsabilidad al alcance de pocas personas, un trabajo para gente síquicamente equilibrada para el que no existe vacaciones; hay que pedir que se comprometan a hacerse respetar sin complejos, a imponer su autoridad y a pedir consejo a los maestros de la misma manera que seguirían religiosamente las instrucciones del técnico del lavavajillas: el maestro también es un técnico especializado: especializado en personas, no en máquinas sin alma ni sentido.

Cambiar la ley de menor es fácil, basta con poner de acuerdo a 300 ó 400 diputados y a un puñado de partidos descaradamente interesados, sectarios y egocéntricos; lo importante, imprescindible, urgente, indispensable, ineludible es cambiar España.

No hay comentarios:

Seguidores del blog

Otros blogs míos.