Me llama la atención, siempre nos la ha llamado a todos, cómo los políticos escurren el bulto cuando se les exige responsabilidades. Todos meten la mano en el bolsillo, miran a otro lado y silban, esperando que escampe. Me refiero a la condenada Trinidad Rollán o al condenado Nacho Uriarte. O en otro ámbito me refiero a las reiteradas manifestaciones de políticos nacionalistas de negarse a aplicar las sentencias judiciales que no les gustan. ¿Puede usted incumplir sentencias si resultan molestas, inconvenientes o desagradables a sus intereses?
Sólo los mejores entre nosotros deberían ser políticos, los mejores en capacidad, en preparación y en educación. Deberían mostrar en cada una de sus intervenciones cuanto de bueno hay en ellos. Deberían ser un ejemplo de esfuerzo, de mejoría, de lucha y de respeto mutuo. Sin embargo nos están marcando el camino contrario, un camino que lleva a “La Noria”, al embrutecimiento, a la burrez, a la memez, a la animalada perpetua.
Trinidad Rollán cometió un delito a pesar de ser advertida por el secretario del ayuntamiento y ha resultado condenada por prevaricación y por lo tanto inhabilitada para cargo público. No es que vaya a dimitir, es que la han dimitido, y ustedes perdonen la incorrección sintáctica. Pero su valedor máximo, Tomás Gómez, pretende a toda costa y enfrentándose a sus propios compañeros de partido mantenerla a su lado en el Partido Socialista de Madrid. ¿Cómo un político que pretende gobernar Madrid (o Venta de Baños), que debe dar ejemplo de honestidad, pretende tener como número dos a una delincuente? ¿No es esto un retrato de quien pretende gobernar la Comunidad de Madrid? ¿Votaría usted a alguien cuya mano derecha fuese un delincuente?
Y Nacho Uriarte, claro. Nacho Uriarte es presidente de Nuevas Generaciones del PP y dio positivo en un control de alcoholemia. Acaba de ser condenado por el Tribunal Supremo a una multa de 2400 euros y a ocho meses de retirada del carnet de conducir. No es un delincuente técnicamente, supongo, pero no es digno de la confianza de los ciudadanos, no es un ejemplo para esas juventudes que preside ni para esos votantes a los que representa en el Congreso, pues también es diputado. Yo no dejaría que llevase en coche a mi mejor amigo.
Para ser político hay que ser de los mejores, hay que ser el mejor (sí, doña Bibiana, y “la mejora”), hay que pertenecer a una casta de notables que destaquen por encima de los demás, si no es así Belén Esteban puede ganar un escaño cualquier día. Si algunos políticos españoles tuvieran el dinero de Berlusconi qué fiestorros organizarían todos los fines de semana. Porque el dinero no lo tendrán, pero la misma moral sí. La misma catadura. Cara dura.
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