Pero sí soy anticatalanista, postura tan lícita como la contraria, tan perfectamente asumible como ser antisocialista o no, ser anti PP o no, ser anticomunista o no. Yo soy anticatalanista, ustedes me sabrán perdonar.
Y lo soy porque cientos de miles de castellanos se vieron obligados a dejar nuestros pueblos y emigrar allí si querían comer porque Alguien que mandaba sable en mano decretó que se tenían que instalar allí todas las fábricas de nueva creación, a veces tras cerrarse las que había aquí, como por ejemplo ocurrió con nuestra extinta industria lanera. Y esta tendencia no se ha invertido ni siquiera compensado con los Gobiernos democráticos que llevamos padeciendo en los últimos 25 años, como fácilmente se aprecia en el caso Fontaneda. Y estos castellanos, y ya sus descendientes catalanizados, contribuyen a la riqueza de Cataluña, en vez de a la de Castilla,

Y soy anticatalanista porque, aunque yo como ellos pretendo una reforma de las actuales estructuras del Estado, su reforma no es la mía, es insolidariamente suya, la que ellos, los catalanistas, buscan, olvidándose muy interesadamente de que Castilla está dividida en cinco autonomías de la señorita Pepis, olvidándose de que el nefasto Martín Villa dijo que Castilla y León tenían que constituirse en una Comunidad Autónoma por “razones de Estado”, olvidándose del resto de provincias castellanas. Como Aznar y Rodríguez Zapatero, son los propios políticos castellanos los que más han hecho por la destrucción de Castilla.
Y soy anticatalanista porque empeñados en un Estado multinacional, yo no me opongo mientras siga existiendo España, hablan de Galicia, de Euskadi y de Cataluña como naciones, olvidándose de nuevo, de Castilla que con su generoso suicidio como Estado contribuyó al nacimiento de España. Para nuestro perjuicio, a la vista está.
Soy anticatalanista por oponerme a la doble moral de sus dirigentes, que niegan las mismas cotas de poder a otras autonomías (No es lo mismo Murcia que Cataluña, dicen) y que mientras reclaman los “papeles de Salamanca” se niegan a devolver las piezas de imaginería castellana que en el Museo Marès o en el diocesano de Vic esperan volver alguna vez a las iglesias, monasterios o catedrales de Castilla para las que fueron esculpidas.
Por cierto, ser anticatalanista significa también oponerse al Gobierno de España, incluidos aquél que hablaba catalán en la intimidad y sus predecesores hasta el actual. Y ser anticatalanista significa avergonzarse de los ineptos políticos que tenemos en las comunidades castellanas, desde Bono a Juanvi Herrera, pasando por Juanjo Lucas, cuyos dolores cervicales (los de todos ellos) se explican por su sometimiento a la voluntad de los respectivos dirigentes de sus partidos, olvidándose de su tierra.
4 comentarios:
No tienes ni idea de lo que hablas. Emapate de historia, leete libros y decubre la autentica razon x la que los catalanes tuvieron que en un momento dado impulsar la industria textil en Catalunya.
Para mi anticatalanista es lo mismo que anticatalán.
Pues será para ti. Y de Historia probablemente pedro pueda darte lecciones. Qué intolerantes sois cuando os tocan vuestros dogmas sagrados...
Pues si para ti, valiente anónimo, ser anticatalanista es igual que ser anticatalán, tenemos otra prueba palpable del daño que ha hecho este Estado de autonomías de 1ª y de 2ª a la libertad de Expresión. Y Pedro podría darte lecciones de Historia, aunque me imagino que en la escuela de los gloriosos Països catalans enseñarán lo malos que somos los charnegos a los hijos de charnegos.
Pues si para ti, valiente anónimo, ser anticatalanista es igual que ser anticatalán, tenemos otra prueba palpable del daño que ha hecho este Estado de autonomías de 1ª y de 2ª a la libertad de Expresión. Y Pedro podría darte lecciones de Historia, aunque me imagino que en la escuela de los gloriosos Països catalans enseñarán lo malos que somos los charnegos a los hijos de charnegos.Cómo os mosqueais cuando tocan alguno de vuestros dogmas de Fé...
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