Se supone que la Justicia emana del pueblo, pero los ciudadanos pocas veces la sienten como algo propio, por lo general nos resulta algo lejano e incomprensible, fuera del alcance del común de los mortales. Con frecuencia sus sentencias se nos antojan fuera del sentido común, diabólicamente frías, deshumanizadas y permanentemente insatisfactorias.
Con la sentencia sobre el Cuco en uno de los prolegómenos al gran juicio, que algún día llegará, sobre el asesinato de Marta del Castillo se alcanza otra de las cumbres de la lejanía entre Justicia y Pueblo. La burla al dolor del pueblo, la mofa al sentido común, está ya perpetrada.
No me parece de recibo convertir a Marta del Castillo en un icono de la injusticia humana ni convertir su tumba en un altar de peregrinaciones y devociones populares de dudoso gusto, pero nada puede compararse al dolor lacerante que deben sentir sus padres, incapaces de entender lo que está pasando, tan incapaces como sus vecinos y conciudadanos. La Justicia no es venganza pero los padres de la niña asesinada necesitan saber que se ha hecho justicia
La Ley del Menor está hecha para defender al menor, obviamente, pero Marta del Castillo también era menor y no encuentra quien la defienda. El Cuco ha demostrado lo acertado de su apodo y pasado mañana, o el año que viene, qué más da, estará de nuevo en la calle, como si nada hubiese ocurrido, dispuesto a hacer de su vida un sayo que oculte su siniestro pasado.
Llueve sobre mojado en el caso de delitos cometidos por menores sin que nadie, ningún partido, ningún grupo parlamentario, ningún movimiento social parezca haber aprendido de la frustradora experiencia, sin que la Justicia se haya movido un ápice en la dirección del más débil. Marta del Castillo también era menor pero como está muerta no encuentra quien la defienda. No hay que legislar al calor de la actualidad pero cuando la actualidad es tan persistentemente repetitiva algún día convendrá empezar a plantearse qué es lo que no funciona con la Ley del Menor.
Los ciudadanos pocas veces sentimos la Justicia como algo propio, por lo general nos resulta algo lejano e incomprensible, fuera del alcance del común de los mortales. Con frecuencia sus sentencias se nos antojan fuera del sentido común, diabólicamente frías, deshumanizadas y permanentemente insatisfactorias. ¿Por qué será?
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