Estamos que no nos llega el dinero ni para comprar la soga para ahorcarnos. Los prohombres de Cataluña han empezado a buscar mil maneras de ahorrar... a costa del ciudadano, a costa del bienestar del pagador de impuestos.
Y para ello han escogido dos de las materias más sensibles al ciudadano: Sanidad y Educación. Si un Estado -España, Cataluña todavía no lo es, sólo tiene trasferidas las competencias- existe es sobre todo para cuidar de la Educación y Sanidad (con mayúsculas ambas, conste) de sus miembros. No sólo estos dos ámbitos, claro, también otros: Seguridad o Defensa, pero estaremos de acuerdo en que forman parte de lo más esencial de la convivencia.
Ya han surgido las primeras manifestaciones contra los recortes de Sanidad, me pregunto si la sociedad se va a movilizar ahora cuando los responsables de la Consejería de Educación prescindan de 900 maestros, al no cubrir el 50% de las jubilaciones. ¿Los sindicatos y otras organizaciones sociales van a sacar a las calles a los ciudadanos también ahora?
A bote pronto se me ocurre pensar si se van a reducir los gastos en las “embajadillas” catalanas, ya que la Generalitat no tiene competencias en Asuntos Exteriores, o en cargos públicos o en coches oficiales o en dietas de los representantes públicos. Por cierto... ¿es más imprescindible tener varias cadenas públicas de radio y televisión que 900 maestros? ¿A ninguna fuerza social catalana se le ocurre plantarse en la plaza de San Jaume a exigir recortes en este terreno? ¿Todos aceptan, sin discusión, que es preferible invertir unos cuantos millones en propaganda gubernamental antes que en Educación o Sanidad?
Estamos que no nos llega el dinero ni para comprar la soga para ahorcarnos pero sí para dilapidarlo en televisión, el opio del pueblo. ¡País de borregos adocenados! A España entera me refiero, claro.
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