Los lectores habituales sabrán que ya defendido más veces en este blog a Intereconomía. Es cierto que la sociedad española se ha radicalizado gracias a Zapahuero y su sectarismo, su memoria histórica selectiva y su nulidad a la hora de combatir la versión española de la crisis internacional. De esa radicalización han surgido Públiko y la Sexta, impulsados por un presidente de gobierno al que el apoyo de Prisa le parecía blandito e insuficiente, y, sorprendentemente, La Gaceta e Intereconomía en sus versiones de radio y televisión.
Siempre he defendido a Intereconomía por el inmenso valor de pregonarse de derechas sin ambages, sin medias tintas y sin cuentos. Con lo impopular e incorrecto que suena eso en la España de Rajoy y sus tinieblas ideológicas.
A los fascistas de Intereconomía les han impedido el derecho de información y expresión los demócratas del PSOE y eso ha salido en toda la prensa, o casi toda, porque siempre es noticia que un niño muerda a un perro. Sin embargo España necesita a Intereconomía, España no será un país como es debido hasta que a nadie le dé miedo declararse de derechas, hasta que a nadie le parezca vergonzoso leer en el metro la prensa de derechas o confesar sus sentimientos religiosos en la tele, pongamos. En un país decadente no pasa nada cuando la basura televisiva nos llega a la altura de las orejas, cuando la bajeza es la reina permanente de la vida social o cuando alguien manifiesta públicamente que desconoce cuántos países hay en la Península Ibérica sin avergonzarse, pero te miran como a un monstruo extraterrestre si te despides de los amigos para ir a misa o dices que sales de nazareno en una procesión. A no ser que seas Antonio Banderas.
Ser de izquierdas tiene el mismo valor ético o moral que ser de derechas, es tan válido y aceptable, pero con frecuencia votantes, lectores y partidos políticos prefieren definirse como “de centro”, o, en un exceso, de “centro derechas”, sin que a nadie le avergüence ser “de izquierdas”. Siempre he pensado que la culpa la tiene que Franco muriera en la cama. Complejos que arrastramos, vaya, que nos parecen más éticas las izquierdas que las derechas, será porque nunca ha habido corrupción de izquierdas, será porque no hay dictaduras de izquierdas, será porque la izquierda no ha asesinado nunca, será porque la izquierda siempre ha traído riqueza y progreso. Y justicia social.
España nunca será un país normal mientras no haya en las Cortes, al menos con un puñado de escaños, un partido de derechas sin complejos, con los mismos argumentos, con el mismo respeto y la misma contundencia que los hay de izquierdas. Pero para eso, ay, nos falta mucho recorrido, oiga.
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