Palencia es una emoción:

28 diciembre 2012

Maldita navidad


Qué bonita sería la vida si realmente fuese como un anuncio. Vas a comprar un coche, los plazos son cómodos y asequibles, y con él viene la señorona buenorra que lo anuncia en paños menores. La guardas en el maletero o en el trastero hasta que necesitas un desahogo. Y encima a tu esposa no le importa.

Qué bonitas serían las mañanas si fuesen como un anuncio. Cuando amanece, toda la familia, niños rubios y sonrientes, esposa eternamente joven y bella, se reúne en medio de sonrisas para desayunar juntos. A nadie parece costarle levantarse para trabajar, todos parecemos joviales y animados y la marca de leche o los cereales que tomamos nos aportan en un solo acto toda la felicidad que podemos envidiar.

Qué bonita sería la navidad si fuera como nos dijeron que tiene que ser. Nieve alrededor de casa, suficiente para embellecer el paisaje pero no como para imposibilitar un paseo matutino con mi perro, llenos ambos de vitalidad y juventud. Las calles adornadas, mi familia reunida, todos sonrientes, felices y despreocupados.

La comida, abundante, exquisita y preparada por alguien misterioso y desconocido que facilita que la familia haya salido, unida y cogida de la mano, por supuesto, a dar un paseo y tomar el aperitivo. Antes o después todos nos reunimos junto al portal de Belén y cantamos tradicionales villancicos, nos hacemos bromas y nos repartimos besos y carantoñas.

Juntos y apiñados en el sofá, con la chimenea encendida, vemos en la televisión alguna peli, americana, naturalmente, mientras nos intercambiamos tiernas miradas y emocionados recuerdos. El perro, viene hacia nosotros, se frota contra mis rodillas y suspira satisfecho. En premio recibe una suculenta galleta y mi esposa, tal vez mi hijo, pasa entre nosotros una bandeja repleta de turrón y dulces de la que todos picamos algo.

En ese momento los vecinos nos llaman para invitarnos a su casa, donde entre bromas, regalos y bellos sentimientos nos expresamos con profunda sinceridad y emoción contenida los mejores deseos posibles.

Pero cuando se acaba el anuncio… no hay señora buenorra, los plazos del coche me resultan imposibles y la familia ha desayunado a diferentes horas pan tostado del día anterior. En navidad me falta parte de la familia que añoro y me sobran los primos segundos pesaos que se nos han subido a la chepa estos días. Mi hijo ha tenido una pelea en la discoteca de al lado o ha venido borracho porque un indeseable ha vendido alcohol a menores.

En el ascensor he coincidido con el vecino cabrón que le tira los tejos a mi esposa o a mi hija mayor entre sonrisas de complicidad, la comida me ha producido un corte de digestión arruinándome la Nochebuena y al final me espera una montaña de platos de los que me resultaría más sencillo deshacerme arrojándolos a la basura directamente que ponerme a lavarlos.

Por si fuera poco mañana y pasado y al otro tengo que ir a trabajar. En la oficina hay un jefe nuevo empeñado en putearme para hacer méritos. Como es sabido el año pasado Zapatero me bajó el sueldo y éste Rajoy se ha quedado con mi paga extra. La depresión se ha quedado a vivir en mi cabeza y ha empezado a amueblarla con alucinaciones varias. ¿Dónde narices está la navidad que me han vendido? Necesito un gusano retorciéndose en un anzuelo para echarle el diente.

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