Sé que nuevamente la mayoría de mis lectores habituales va a estar en desacuerdo, tal vez ni debería escribir estas líneas que espero sean breves, ya me iba a meter en ese mundo feliz que es la cama. Pero a Nawja le prohíben ir con su velo a otro instituto. En el que estaba no quisieron cambiar el Reglamento de Régimen Interno por ella, en este nuevo lo cambian por ella.
Es un ataque contra la libertad individual, especialmente contra la libertad religiosa. El velo es ante todo un símbolo religioso que unas mujeres musulmanas llevan y otras no. Puede que en algunos países sea obligatorio, pero no lo es en España, lo lleva la que quiere.
Déjenla en paz, déjenla llevar el velo y déjenme a mí llevar un pequeño crucifijo si quiero en la solapa de mi americana. O colgando, muy discretamente, faltaría más, de mi cuello. Prohibir los símbolos religiosos individuales, no hablo de los crucifijos de las aulas, es una muestra de intolerancia, de falta de respeto, de miedo a la libertad. Precisamente la Democracia debería ser la garantía de que esos símbolos, fuesen los que fuesen, pudieran llevarse sin que nadie lo impidiera; prohibirlos es clara prueba de que se tiene miedo al enfrentamiento entre esos símbolos, cuando la Educación, la Democracia en definitiva, debería predicar con el ejemplo y permitir la manifestación externa de unas creencias individuales.
Sin embargo en multitud de ocasiones ese sistema educativo vergonzosamente laxo permite que chavales y chavalas (uso los dos géneros para que la Bibi no se me eche a la yugular) vayan a los institutos hechos unos guarrindongos, mostrando el ombligo, los riñones y lo que está más abajo también. Y las mamandurrias.
Incluso permiten como parte de la libertad de expresión, sacrosanto tótem de nuestra occidental democracia, las blasfemias (¿a que ya no se lleva esta palabra, a que ha caído en desuso, a que utilizarla conlleva una imagen de atrasado cavernícola?) y los ataques a la religión de los estúpidos adolescentes que se creen más hombres por utilizar el más basto, ordinario y agresivo vocabulario que sus escasamente amuebladas cabezas les permite. Sí, sí, claro que ése es otro debate. Y el de la permisividad en las faltas de respeto a los profesores también, pero ésos son debates a los que jamás les meteremos mano, no vaya a ser que se nos “traumen” (así se me expresó una angustiada madre) nuestras pobres criaturas de dieciséis años o más. Pobricos.
A Nawja le prohíben ir con su velo a otro instituto. En el que estaba no quisieron cambiar el Reglamento de Régimen Interno por ella, en este nuevo lo cambian por ella. Manda.
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