Miren, hoy es de esos días que de
vez en cuando les cuento que estoy a puntito de irme a la cama porque no me
apetece escribir. Y de pronto aparece el titular y me noquea. Que la izquierda
quiere dedicar el dieciocho de julio a algo del franquismo. O del
antifranquismo, no sé.
Conste que lo había visto ya esta
tarde y no le había hecho ni pajolero caso: “Éstos, con sus mamonadas de
costumbre”. Pero ahora… no me puedo aguantar,
será que no quiero dormirme, que prefiero velar veinticuatro horas por si los
del artículo de ayer, ¿se acuerdan?, aprovechan nuestro sueño para dominar el
mundo.
Al paso que va la izquierda, esa
izquierda parte de la cual justifica Cuba, Corea del Norte y Venezuela,
santificándolas en nombre de la democracia, manda cataplines, Franco les salta
un día de su tumba del Valle de los Caídos y toma otra vez las armas sólo para
darles gusto. Porque a la izquierda, a determinada izquierda, se le hace la boca
agua cada vez que habla de Franco. Éstos se empalman con Franco, juraría yo. Un
monumento tendrían que levantarle, oiga, que mire usted cómo le sacan jugo a
algo que acabo hace… hace… hace demasiadas generaciones. Porque, seamos
sinceros, el fin del franquismo ya no se debe medir en años sino en
generaciones.
Ahora mismo lo que a los
españoles interesa es saber si esto de los sobresueldos (Es curioso, esta
palabra la puedes dividir en dos y sigue teniendo sentido) del PP va a terminar
con el partido o no, si Aznar va a volver, cuando y a qué y por qué le parece
normal que alguien se gaste 34.000 euros en iluminación de una boda. Muchos
euros en bombillas son ésos, que yo también me casé y con unas velas me las
arreglé. Hombre, y si ya me dicen que no se los cobraron a los del bodorrio
entonces nos interesa saber más, mucho más.
Está el PP de “tente mientras
cobro”, en acertada expresión de mi padre que los años han vuelto a actualizar.
Que se puede caer a pedazos, oiga, porque puede que todo esto de los sobresueldos
sea legal pero desde luego es ilegítimo, tiene muy mala pinta y se parece mucho
al tornado ese de Oklahoma. O Huston. O Nueva York, qué más me da si del
Carrión p’allá me queda todo demasiado lejos.
Meterse ahora con el día
antifranco es perder el tiempo en investigar el Katrina mientras el medio oeste
o el oeste y medio son arrasados por nuevas, más feroces y más destructivas
tormentas. Qué sería de la izquierda sin
Franco, oiga, que hay seis millones de parados.
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