Dicen los suizos, algunos suizos,
que quieren cambiar la letra de su himno porque alude a Dios. Y no puede ser,
no hay derecho, qué falta de respeto nombrar a Dios en el himno que representa
a una sociedad religiosamente neutral, qué ofensa a los ateos, que Dios nos
perdone.
Que venga Dios y lo vea, con lo que a mí me gusta Suiza,
sus montañas y sus lagos, con sus prados inmensamente verdes, con sus
chocolates, con sus relojes, con sus divinos quesos… con su rigidez
centroeuropea, con su mortal aburrimiento.
Resulta que tener a Dios en la
letra de su himno nacional, que por cierto proviene de un canto religioso, es
un inconveniente, vaya por Dios, y lo van a quitar, han convocado un concurso
para sustituir la incómoda palabra por otra, tal vez sea por “democracia” (¿y
no se ofenderán los suizos no demócratas?) o por “tolerancia” (¿no tendrán
derecho a sentirse molestados los suizos intolerantes?) o por “convivencia”
(¿no tendrán derecho a rebelarse los suizos huraños?)
Los suizos todo lo votan, incluso
en algún cantón votaron si las mujeres tenían derecho al voto, ya ve usté, así
que esto también lo votarán. El problema, maldito problema, es qué harán, inmediatamente
después de cambiar su himno, con su bandera. Díos mío, qué problemas, malditos problemas…
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