Siempre he pensado que lo mejor
que le podía pasar al PP es que le saliese competencia por la derecha. Si el
proyecto de Vox llega a cuajar y a tener voz en el Parlamento, España podrá
homologarse a otros países democráticos en los que la derecha está representada
por dos partidos rivales y el PP podrá quitarse ese sambenito que tanto repite
Rubalcaba y que tanto molesta a Rajoy y los suyos: “La derecha”.
Al PP siempre le ha repateado que
se le considere de derechas, pero al no tener rival en ese espacio político
nunca se ha quitado de encima la imagen que tan demagoga y artificialmente
sabía colocarle la izquierda española. El “Que viene la derechona” quizá pueda
explicar muchos de los palos de ciego del gobierno de Rajoy, tal vez pueda
achacarse al miedo a perder electorado que su conformismo e inactividad a la
hora de combatir el separatismo se compense con otras leyes actualmente muy
debatidas.
No sé si habrá un número
significativo de militantes que abandonen el partido para sumarse a VOX, pero
dejar un proyecto consolidado y con garantías para sumarse a un viaje de
resultado incierto deja presuponer mucha hartura y la existencia de un espacio
abandonado al que tal vez puedan sumarse determinados votantes. El PP lleva
demasiado tiempo intentando abarcar todo el espectro de la derecha y los brazos
ya no le dan de sí.
El mapa político para el votante
español parece agrandarse con nuevas opciones ideológicas, y el voto puede
fragmentarse, lo que está por ver si es bueno o malo y para quién. La falta de
respuesta de los partidos tradicionales llevó en Italia a la desaparición de la
Democracia Cristiana y del PCI… lo que ha abocado en una situación rocambolesca
dominada mucho tiempo por un personaje como Berlusconi.
Se echa de menos una reflexión
general y profunda de la sociedad sobre si la solución a los actuales problemas
es cambiar los partidos o cambiar el funcionamiento de un sistema en el que las
listas cerradas y la obediencia al comité central -llámese como se llame en
cada caso- supone un freno a la conexión con las calles. Si los políticos están
pendientes de la aprobación de sus superiores para llegar a los puestos de
salida de las listas, ¿pueden estar pendientes de la aprobación de sus
ciudadanos? ¿Si tienen que satisfacer los caprichos del aparato de sus partidos
pueden satisfacer las necesidades de sus votantes?
2 comentarios:
Sí, ha dicho usted bien. Esa querencia por el sistema de listas cerradas y la obediencia ciega a la consigna se deben al Comité Central del partido político de que se trate, o Центральный комитет Коммунистической партии Советского Союза, si usted lo prefiere.
El electorado español se ha escorado a partir del 77 hacia la izquierda. Aunque parezca mentira, los partidos de izquierda son percibidos como "los partidos de las ideas", mientas que "el" de la derecha se ve como una agrupación de fontaneros desclasados que viene a paliar las goteras en las cuentas del Estado, cuando el roto de los socialistas es demasiado ostensible. Todo lo que sea crear partidos a la derecha que apuesten por principios liberales, por la defensa de las libertades, por la vida, por, en definitiva, el ideario conservador, bienvenidos sean; el electorado agradecerá esa variedad de opciones. Una apelación perpetua al voto útil, al mal menor, conduciría inevitablemente a un triunfo socialista decisivo, hacia un neofelipismo.
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