La Iglesia Católica lleva dos mil
años debatiendo si dedicarse a predicar el evangelio sin meterse en los
problemas terrenales o si meterse en problemas terrenales es predicar el
evangelio. Por si el lector sale escaldado aviso de que a mí me va más la segunda
versión de la tarea de la Iglesia. Me encaja más con el Cristo que echó del
templo a los mercaderes e impidió que
los fariseos juzgasen a aquella prostituta.
El caso es que monseñor
Cañizares, “mojándose” al hilo de los tiempos, se ha preguntado que si "¿Esta
invasión de emigrantes y de refugiados es del todo trigo limpio?". Salvo
la palabra “invasión” que es falsa y está fuera de lugar, considero la
reflexión como un acierto que el buenismo de nuestros políticos, casi siempre
tan correctos, se niega a aceptar.
No es una invasión, puesto que
decenas de miles de personas huyen para salvar el pellejo de los conflictos a
veces creados por Occidente o con la colaboración de Occidente; por mucho que
sean guerras locales son tan importantes que terminan por afectar a nuestra
libertad y seguridad. Pero hace muy bien el cardenal en plantearse si no hay
cizaña detrás de tanto aparente trigo limpio. Cristo nos mandó acoger al que no
tiene casa (y para los laicos: es una obligación social y democrática
acogerlos) pero no a cualquier precio y la pregunta, una vez eliminada la
palabra “invasión” sigue siendo válida.
Con dos dedos de frente y pasando
por encima de lo políticamente correcto debemos pensar si entre tanto necesitado
al que acoger no se ha colado algún enviado que haya venido con la
intencionalidad oculta de hacer saltar por los aires nuestra acomodada sociedad
del bienestar, pero también la sociedad de la democracia, del sacrosanto
laicismo y de la igualdad entre hombres y mujeres, por poner un simple ejemplo.
Que en la inmensa masa doliente que recorre Europa, con el deseo de irse a
vivir a Alemania fundamentalmente, nos hayan colado un inmenso caballo de troya
que mañana ponga bombas en un semanario de humor. ¿No merece la pena pensar que
quiénes cometieron los atentados de Atocha o los de los autobuses de Londres eran
buena gente que se levantaban todos los días a trabajar?
Claro que lo primero es acoger al
necesitado pero para poder seguir haciéndolo hemos de pensar también en nuestra
seguridad.
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