Palencia es una emoción:

14 octubre 2015

La invasión de emigrantes de Monseñor Cañizares

La Iglesia Católica lleva dos mil años debatiendo si dedicarse a predicar el evangelio sin meterse en los problemas terrenales o si meterse en problemas terrenales es predicar el evangelio. Por si el lector sale escaldado aviso de que a mí me va más la segunda versión de la tarea de la Iglesia. Me encaja más con el Cristo que echó del templo a los  mercaderes e impidió que los fariseos juzgasen a aquella prostituta.

El caso es que monseñor Cañizares, “mojándose” al hilo de los tiempos, se ha preguntado que si "¿Esta invasión de emigrantes y de refugiados es del todo trigo limpio?". Salvo la palabra “invasión” que es falsa y está fuera de lugar, considero la reflexión como un acierto que el buenismo de nuestros políticos, casi siempre tan correctos, se niega a aceptar.

No es una invasión, puesto que decenas de miles de personas huyen para salvar el pellejo de los conflictos a veces creados por Occidente o con la colaboración de Occidente; por mucho que sean guerras locales son tan importantes que terminan por afectar a nuestra libertad y seguridad. Pero hace muy bien el cardenal en plantearse si no hay cizaña detrás de tanto aparente trigo limpio. Cristo nos mandó acoger al que no tiene casa (y para los laicos: es una obligación social y democrática acogerlos) pero no a cualquier precio y la pregunta, una vez eliminada la palabra “invasión” sigue siendo válida.

Con dos dedos de frente y pasando por encima de lo políticamente correcto debemos pensar si entre tanto necesitado al que acoger no se ha colado algún enviado que haya venido con la intencionalidad oculta de hacer saltar por los aires nuestra acomodada sociedad del bienestar, pero también la sociedad de la democracia, del sacrosanto laicismo y de la igualdad entre hombres y mujeres, por poner un simple ejemplo. Que en la inmensa masa doliente que recorre Europa, con el deseo de irse a vivir a Alemania fundamentalmente, nos hayan colado un inmenso caballo de troya que mañana ponga bombas en un semanario de humor. ¿No merece la pena pensar que quiénes cometieron los atentados de Atocha o los de los autobuses de Londres eran buena gente que se levantaban todos los días a trabajar?


Claro que lo primero es acoger al necesitado pero para poder seguir haciéndolo hemos de pensar también en nuestra seguridad. 

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