Todo indica que después de
cuarenta años de práctica a socialistas y populares se les ha olvidado el noble
arte de la política. Parecen ambos inmersos en una batalla para perder las
próximas elecciones y ceder el terreno a los partidos emergentes.
Pedro Sánchez se las está
arreglando para hacer bueno a Zapatero, el inútil de León, incrementando con
cada decisión sus enemigos en el partido. Que haya ganado la reciente votación
de las listas solo significa que la disciplina interna se ha impuesto a la
democracia. ¿Democracia, libertad?
¡Disciplina y prietas las filas! Y se la tienen jurada. Si la victoria
no es total en diciembre la federación andaluza lo devorará como postre. ¿Cómo
se llamaría un turrón hecho de Pedro Sánchez?
Está por ver si Rajoy se presenta
reelección. Nadie ha contribuido más que él desde el Estado a apoyar a los
nacionalistas catalanes, nadie les ha dado más argumentos que la torpeza de
este inútil gallego. La economía no lo es todo y en el PP lo saben. Detrás de
él nadie en el partido tiene suficiente atractivo para evitar un desastre
navideño. El gallego que quieren poner es un semidesconocido fuera de su
tierra.
Y dado que está aún librándose la
batalla de la izquierda radical entre Podemos y una pléyade de listas raras,
mezcla de inconformistas, comunistas e ilusionistas, a Ciudadanos se lo están
poniendo en bandeja. La izquierda sigue como solía, dividida y radicalizada,
atacándose piolet en mano y apoyando la nacionalización de la banca, de la
energía, de la prensa… empeñada en dirigirnos al paraíso bolivariano. Porque
según las encuestas España no se cree la domesticación de Podemos y su
mansedumbre preelectoral.
Juega Ciudadanos con la ventaja
que le suponen las torpezas sin fin de sus contrincantes y con el aval de su indefinición
centrista, España siempre se ganó desde el centro, es lo que tienen el miedo al
pasado dictatorial y el control de la telecracia berlusconiana. Todo está atado
para que esta España pueril, asilvestrada y sanchopancesca siga sin sobresaltos
su curso hacia la inanidad.
Tendría que haber una España a la
que no hubieran contribuido ni Willy Toledo ni Luis Bárcenas, entre la
ingenuidad de Ciudadanos y el radicalismo de Podemos, pero no cuajará. España
languidecerá para tal vez renacer, déjenme ser pesimista, cuando nos compre China
y su economía de todo a cien. O cuando nos domine el Islam que viene.
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