He llegado al convencimiento de que la izquierda institucional
española es mentecata. La institucional, digo, la que con la torpe y
acomplejada derecha, controla las instituciones. Resucitar a Franco es
un síntoma claro. ¿Qué porcentaje de españoles se acordaba de Franco
hace solo unos meses? ¿Cuántos visitaban el Valle de los Caídos?
Pero
la izquierda, sectaria y doctrinaria, lo ha resucitado, lo quiere
desenterrar y volver a enterrar. Otra vez Franco en televisión. Lo que
la historia, la actualidad y la realidad habían condenado al olvido y
relegado al cajón de lo superado, la izquierda lo vuelve noticia para
abrir telediarios e informativos. Franco en primera plana otra vez.
Centenares
de pueblos, condenados a la subsistencia, al decaimiento, a la
inanidad, encontrarían en la tumba del gran dictador una razón para
salir en los periódicos, para ser el centro de atención de los añorantes
hijos de Franco. De momento la Almudena de Madrid tiene más papeletas
para este grotesco sorteo del gordo. Maldito centralismo, dirán algunos.
Y
entre tanto ha surgido una iniciativa que miles de españoles cachondos
apoyan en internet. Cachondeo es lo que ha conseguido este gobierno que
no gobierna, este gobierno presidido por un ausente eterno. Miles de
españoles están apoyando que Franco sea enterrado en la Sagrada Familia,
en Barcelona, en esa Cataluña que tanto apoyó la dictadura, en esa
Cataluña que se arrojaba a las calles cada vez que el dictador anunciaba
su llegada, en esa Cataluña tratada con primor a despecho de otras
regiones olvidadas, en esa Cataluña tratada con privilegios que fueron
negados a Castilla, por ejemplo, o a la Galicia natal de Franco, en esa
Cataluña llena de empresas, fábricas e industrias que debían emplear a
obreros que no existían allí, desplazados de otras regiones, expulsados
de sus casas para buscar trabajo. Porque Franco puso fábricas donde no
había paro, olvidándose del paro donde no había empresas, obligando a
millones de españoles a desmontar su vida, trasladarse y volverla a
montar en tierras ajenas. En mi infancia fui testigo de larguísimos
trenes cargados de trabajadores gallegos que cruzaban toda España de
oeste a este para buscar un futuro que en su tierra les era negado.
Estoy
seguro de que la Sagrada Familia es un buen sitio para volver a
enterrar a Franco, en medio de gentes que tanto lo amaron, gentes a las
que tanto amó. Pero, ¿por qué en la Sagrada Familia y no en Montserrat?
¿Hay algo más catalán que Montserrat? Franco, a Montserrat.
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