Palencia es una emoción:

19 enero 2006

500 PUÑETERAS CAJAS

Hace menos de dos horas que se ha iniciado el tan traído y llevado traslado de las puñeteras cajitas del Archivo de Salamanca. De nada han valido los bolardos ni la policía municipal con que el alcalde de la ciudad había intentado impedir el paso a la sede del Archivo más famoso de España, más famoso que el de Indias o el de Simancas. Pasar o no pasar, ésa parecía ser la cuestión.
Tenía tanta prisa el partido que sustenta el Gobierno que no ha podido esperar a las decisiones judiciales todavía pendientes. Sean cuales sean éstas se trata ya de un hecho irreversible. Decidan lo que decidan los jueces, insisto, ya será tarde. Carmen Calvo había asegurado que las cajas saldrían «aunque sea del brazo». Quien manda manda. Y en Salamanca que se jodan.
La verdad es que no hacía falta ser muy lince para saber lo que iba a ocurrir, el mismo PP llevaba semanas diciéndonoslo desde todas las vallas publicitarias de España: “Venceréis pero no convenceréis”. Lo tenemos claro en Castilla, oiga, y a ver qué cara se nos pone cuando Maragall sonría a miles de flases, alce los brazos y grite ante miles de micrófonos: “Ya están aquí”. Eso si no prefiere decir “Ya hemos pasao”, que sería algo que vendría muy a cuento. Muy a cuento revanchista.
¿Por qué los castellanos nos hemos quedao con el sambenito de ser los culpables de la guerra civil, culpables de la dictadura y grandes beneficiarios de ambas? Ni que por aquí no anduviéramos desenterrando a nuestros “paseados”, ni que nuestros pueblos, campos y ciudades desbordaran de beneficio económico, desarrollo industrial, pujanza cultural e influencia política. ¿O en Cataluña, País Vasco o Galicia no había franquistas empedernidos? ¿José María de Porcioles, Juan Antonio Samaranch eran castellanos infiltrados que se habían catalanizado el nombre?
Pero me estoy yendo de las calles de Salamanca a otras cosas. Sea como sea que un hombre de León decida “devolver” a Cataluña “sus” documentos debería valernos para expiar nuestros pecados y ser perdonados en una o dos generaciones. Porque ha sido un presidente de Gobierno nacido en Valladolid (joé, encima nacido en “Fachadolid”, oig), quien se ha empeñado en ello. Sería como si el primer ministro griego tomara la decisión de repartir por el mundo las columnas del Partenón, o el ministro egipcio de Cultura decidiese repartir sus más antiguos obeliscos por todas las plazas “de la Concordia” que en el mundo son.
Pero los castellanos deberíamos recordar por qué se van unas cajas de las que en otras circustancias jamás habríamos oído hablar y a las que el alcalde de Salamanca jamás habría defendido si las conveniencias políticas fueran otras. No, no se van por un acto de justicia. Según eso miles de obras de arte emprenderían un incesante vaivén por todo el mundo y todos los grandes museos se quedarían vacíos en cuestión de meses. (Y los pequeños también, por ejemplo el Museu Marès)
No, no, el Gobierno no lo hace por afán de Justicia. Lo hace por votos, esas cajas son parte del precio del apoyo al PSOE. Esto pasa exclusivamente porque en Cataluña tienen unos partidos políticos que defienden sus intereses y nosotros tenemos al PP y PSOE para ¿defender? Los nuestros. Es un acto partidista lo que provoca que esas cajas se vayan de Salamanca. Ésa es la ofensa, es un acto del PSOE que nos gobierna, no un acto neutral. Es un acto del Gobierno, no un acto de gobierno. Es pues al PSOE, que paga a Maragall y a Carod con lo que no es suyo, a quien se deben exigir responsabilidades. Cuando Maragall, el de la doble moral, se exhiba triunfante, cuando se abrace a Carod, cuando alce los brazos, debemos pensar en quién se lo ha dado y por qué. Cuando diga que por fin se hace Justicia a Cataluña querrá decir que por fin Zapatero paga a los catalanistas para seguir en el machito.
Y mientras tanto Castilla con estos pelos despoblados, envejecidos, expoliados, desindustrializados y emigrados. Nos está bien empleao.

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