Los trabajadores del hospital
Insular de Gran Canaria denuncian que dos ancianos llevan seis meses residiendo
en una sala de la unidad de urgencias, esperando que sus familias puedan
hacerse cargo de ellos. Lo publica el periódico “Canarias siete”, que dice que
están alojados en una sala destinada a pacientes psiquiátricos, sala que consta
de doce camas y que debe estar cerrada con llave por seguridad de los enfermos
siquiátricos y de los demás usuarios del hospital.
Una responsable del Cabildo de
Gran Canaria ha manifestado que “uno de los usuarios tiene familia, pero a lo
mejor no puede atenderle, las realidades sociales son muy complejas”. Desde que
el mundo es mundo hemos luchado por alargar la vida, por mejorar nuestras
circunstancias y ahora que vamos consiguiendo algo hemos convertido la vejez en
un problema, precisamente cuando más luchamos todos por alargar de nuestra
vida. Somos pura contradicción.
Hablamos mucho de servicios
sociales, hablamos mucho de ayudar a los más débiles e indefensos, pero cuando
vas llegando a adulto te das cuenta de que en nuestra avanzada y ultramoderna
sociedad las personas de determinada edad no pintan nada. O son personas
activas, social, laboral, económicamente o no pintan nada. Los ancianos deben
hacer frente a sus años, a sus dolores y males, a sus problemas personales o
familiares y a su soledad. Y lamentablemente nos dirigimos a una sociedad de
viejos, puesto que la natalidad va como va y nadie le quiere poner remedio. Tan
de viejos que o reaccionamos o no podrá mantenerse en pie mucho tiempo.
Cualquier traza de solidaridad ha
de pasar por reconocerlos y valorarlos, tal vez simplemente tener en cuenta su
presencia. La próxima petición del grupo
municipal del PSOE de nuestro ayuntamiento de Palencia de crear un registro de
personas que viven solas es un avance en ese paso, con demasiada frecuencia
soledad y ancianidad van unidas. Las instituciones deben tomar las riendas de
aquellas situaciones que antes corrían a cargo de la familia tradicional, una
familia que al modernizarse ha perdido la cohesión y la fortaleza que tuvo un
tiempo. Lo llamamos sociedad avanzada pero sería más justo hablar de sociedad
deslavazada.
Me pregunto, parafraseando a
Mafalda, si realmente avanzamos hacia adelante, si al perder unos valores e
incorporar otros no nos olvidamos demasiado deprisa de aquellos que nos
trasmitió la generación inmediatamente anterior. Porque estamos hablando de
ayer, solamente de la sociedad de ayer. Soy consciente de los muchos valores
positivos que ha incorporado nuestra sociedad en las últimas décadas, no los niego,
pero les pongo un pero.
Recuerdo aún a las personas
mayores de cuando yo era un niño hablando de “mantener las posturas y la
compostura”, “compostura” es una de esas palabras que han desaparecido o están
a punto de hacerlo. Y hablaban de cómo sentarse, a la mesa o en el autobús, qué
más da, para no ser zafio, maleducado y molesto. Por ejemplo, no había que
abandonarse en el asiento, dejarse caer y mantener las rodillas separadas.
Porque eso era feo, si me permiten ustedes simplificar.
Leo ahora que en el metro o en el
autobús de Madrid quieren poner unos cartelitos para que los señores, insisto:
“los señores”, no se sienten, ustedes me sabrán perdonar, despatarraos. Y
aquello que siempre había sido cuestión de educación y respeto social, aquello
de lo que se encargaba la familia lo encaja el ayuntamiento en una campaña
política contra el machismo -qué narices
tendrá qué ver- y le colocan una etiqueta en inglés para llamarlo manspreading.
Insisto, pareciéndome la
iniciativa del PSOE de Palencia absolutamente
correcta y puede que imprescindible, no sé si la sociedad avanza hacia adelante
cuando las instituciones tienen que hacerse cargo de lo que las familias no
quieren o no pueden, sea la educación o sea el cuidado de nuestros ancianos.
Por cierto, ¿las familias no pueden o no quieren? No acabo de saber qué me
parece peor.
Y ya, señores, hasta otro rato.
Si ustedes quieren más guerra, en tuiter me tienen a su disposición.
@pedrodehoyos se despide hasta la semana que viene.
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Mi colaboración semanal en Onda Cero Palencia
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