Hace ya tiempo que tengo claro
que nos gobiernan los menos malos. No, no me refiero al día de hoy ni al
partido que está hoy en el gobierno. La mía es una reflexión general, sin fecha
precisa en el calendario. Simplemente me temo que mientras no cambie la
sociedad nos van a gobernar lo que nos gobiernen no por méritos propios sino
por deméritos de los demás.
El mío es un voto inquieto, indeciso,
inseguro, de ir y venir; que por alguna razón nunca se dirige a los partidos
mayoritarios. No encuentro razones para votar a los partidos a los que vota la
mayoría, llámenme raro si les parece. Tengo el pleno convencimiento de que si
nos gobierna un partido que está penetrado íntimamente por continuos casos de
corrupción es porque los demás no dan la talla, porque son peores para los votantes,
sea porque tienen programas imaginarios, sea por sus propias contradicciones
internas o porque quieran imponernos fórmulas que arrastran cien años de fracasos.
Unos y otros buscan escenas de amor con los votantes pero a la hora de la
consumación ese amor se viene abajo y el españolito termina yéndose con su voto…
por los cerros de Úbeda. Somos un país en el que lo nuestro es lo nuestro y por
malo que sea siempre es mejor que lo de los demás. ¿Hay alguien que no levante
la barbilla y agrande los ojos al decir “mi pueblo es el mejor”? Como mi pueblo
no hay ninguno. O como mi partido. A pesar de que las barbaridades de las que
se le acuse.
Somos un país que mantiene una
permanente discordia respecto al himno y la bandera, los símbolos que encarnan
la unidad nacional… pero es que hasta discutimos si somos o no una nación. Y ojo,
que esto se ha discutido incluso desde la jefatura del gobierno… Miren, el caso
más claro es el de Ignacio Echeverría, el héroe del monopatín, que debería
tener una estatua en cada cruce de caminos, debería ser el supermán al que
imitaran todos los niños españoles en sus juegos de calle. Pero resulta que
tenía determinadas profundas ideas religiosas, y puede que también sociales y políticas,
que hacen que las autoridades de su ciudad natal rechacen ofrecerle un
homenaje. España es un país en el que los héroes solo son héroes si son de mi
bando. Quizá porque solo los de mi bando merecen ser héroes.
Incluso rechazamos, buscando subterfugios
baratos y retorcidos, la multimillonaria donación del multimillonario más millonario.
Con la excusa de que es millonario y por lo tanto enemigo del pueblo algunos
quieren rechazar 320 millones destinados a la sanidad pública. Oiga, ¿y si se
lo regalaran personalmente a usted también los rechazaría?
Algunos políticos españoles viven
del enfrentamiento, de la confrontación, de dorar la píldora a votantes que
creen tontos, que se saben tomados por tontos, de enriquecer disputas simples,
de tomar a los votantes como si fuéramos memos personajes de esas nefastas
series nacionales, casposas, vulgares, ordinarias, y como si ellos fueran los
guionistas. A algunos no les importa y a otros no nos importaría exiliarnos a
Andorra. Si pudiéramos.
Ya me voy, señores. Les dejo con
unas preguntas y un poco de mala leche: ¿Cuando esto de la España plurinacional
se solucione cuántas naciones habrá en España? ¿La nación que parió a España,
la nación que se auto disolvió después de 700 años de vida independiente,
estará a la altura de las demás o seguiremos siendo el culo de España como
hasta ahora? ¿O es que esto de las naciones de España solo cuenta para los
privilegiados de siempre?
No hay comentarios:
Publicar un comentario