Salvo varias improvisaciones y un par de "morcillas" añadidas al final, éstas fueron mis palabras en la presentación del Partido Castellano en Valladolid.
Debo empezar por reconocer que
cuando me detengo a pensar en Castilla me surge una larga serie de emociones
poderosas y sentimientos sugerentes que resultan poco prácticos desde el punto
de vista partidista o político; no es el de la política el camino por el que
he sido llamado, si una vez lo intenté lo coroné con el más rotundo
fracaso, no se espere de mí por tanto que hable como un político. Si alguno de
los que estamos aquí tuviéramos la solución política para Castilla (que además pasaría por disponer de
suficiente apoyo económico, material y humano con el que hacer frente al
despilfarro publicitario efectuado desde otros partidos y todas las
instituciones)… probablemente no estaríamos aquí.
Me temo que poco puedo añadir yo
a todo lo que domina la cabeza de los presentes así que me limitaré a recurrir
a la lógica y al sentido común, que a lo peor me llevan a chocar con
determinadas posturas: Si queremos defender a Castilla y lo castellano
pensemos en Castilla y en los castellanos. Tan simplemente. ¿Cómo son, cómo
sienten, qué piensan los ciudadanos de Valladolid, Burgos o Toledo? ¿Cuáles son
sus primeras preocupaciones? Desde luego no lo es el mapa autonómico, aunque
para mí y probablemente para todos nosotros sea una constante. Claro, la
palabra es la que estamos pensando todos: CRISIS. Ofrezcamos a los castellanos soluciones
claras, prácticas y sencillas (¿pero las
hay?) a los problemas económicos… de los españoles.
Porque, y habrá quien rechace
esta realidad, ésa es otra de las constantes políticas de nuestros ciudadanos:
son burgaleses y españoles, palentinos y españoles, conquenses y españoles. Y
luego sí, luego son castellano leoneses o castellano manchegos. No se me
ocurren soluciones ajenas a esa realidad de los castellanos, salvo salidas que
en Castilla producen un claro rechazo. El castellanismo debe ofrecer lo que
buena parte de los ciudadanos quiere oír: Castilla es la solución para
España, lo que pedimos porque es bueno para Castilla es bueno para España.
Todo aquello que es malo para Castilla es malo para España. ¿Que los
nacionalistas periféricos ponen en un compromiso al Estado porque piden o
porque tienen un concierto económico propio? Eso es malo para Castilla, que la
tarta del presupuesto es la que es, y cuanto más rapiñen otros más injusticia
se comete con Castilla. Pero también es malo para España, que debe ser de todos
y no sólo de unos cuantos que tienen los votos parlamentarios necesarios para
manejarla a su antojo. Y aprovechemos que el Pisuerga pasa cerca de aquí
para demostrar que una sola comunidad autonómica es más barata que cinco.
Las cartas sobre la mesa, aclaremos que la actual división autonómica perjudica
a Castilla y favorece a otros, a aquellos que la impulsaron interesadamente.
Echo en falta aclarar contundente y notoriamente a
potenciales votantes castellanistas que los nacionalismos periféricos no son
nuestros compañeros de viaje, son nuestros rivales pues con ellos
competimos por el reparto de la tarta presupuestaria; ellos son rivales que compiten
con ventaja sosteniendo a los gobiernos o dejándolos caer cuando interesa;
compiten con ventaja cuando tienen concierto económico propio o cuentan con
ventajas comerciales de las que nosotros carecemos. Ese ventajismo nacionalista
es la representación legal de la injusticia con la que el Estado nos trata por
el mero hecho de no poder influir en sus políticas. Esa denuncia, basada en
dolorosos hechos, llega fácilmente al votante, ¿por qué no clavarla mil
veces en las puertas de las catedrales de Castilla?
Como sé que algunos oídos estarán
rechinando quiero explicar que no pretendo identificar como ya hizo el generalito
gallego a Castilla y España, identificación que sólo nos trajo pobreza,
emigración y desindustrialización; pero yo soy castellano y voy por lo
tanto en un barco llamado España, que es mi barco pero ni soy ese barco ni lo
gobierno. Pero tampoco quiero que lo gobiernen otros nacionalistas, ni por
coaliciones con los grandes partidos, siempre endeudados con la periferia, ni
por presiones políticas.
Quisiera en este momento llamar a
todos a una reflexión literaria y ponernos todos a reflexionar como los grandes
autores de la generación del 98. Siendo todos, o casi todos, gentes de
izquierdas que vieron el exilio o el destierro no solamente cantaban en sus
obras el dolor que les producía la España que les tocó vivir, sino que miraban
al interior, donde se encontraban con Castilla. Vascos, gallegos y andaluces
cantaron pero también defendieron estas nuestras tierras castellanas con fuerza
reclamándolas como las entrañas de España.
Sé que desde el punto de vista de
la reflexión personal de muchos castellanistas las soluciones deberían ir en
dirección opuesta y que estoy cometiendo algún tipo de nefando pecado. A
mi modo de ver los políticos, quienes aspiran a proporcionar desenlaces
afortunados a los problemas de los ciudadanos, deben partir en sus
presupuestos ideológicos de la realidad que les rodea, de las circunstancias
reales en las que viven, aunque no les gusten. Sólo si el político conoce bien
la realidad, la interpreta correctamente y actúa por tanto en el punto adecuado
puede llegar a cambiar esa realidad que le desagrada, si le desagrada.
No quiero terminar sin aludir a
dos aspectos a los que me refería de pasada al principio:
- 1. La crisis que nos ahoga, que causa paro, las reformas económicas que ponen su acento en despidos fáciles y la caída de las inversiones públicas en el desarrollo, la Educación y la Sanidad, y que es ahora la primera preocupación del ciudadano. Eso es lo primero que la sociedad demanda.
- 2. Lamentablemente la democracia no es un sistema perfecto, recordemos que es sólo el menos malo de los sistemas… En las actuales circunstancias un pequeño partido no puede luchar en igualdad de condiciones con los grandes partidos cuando no tiene el mismo acceso a los medios, a la publicidad o al dinero, poderoso caballero que rige nuestros destinos, nuestras decisiones… y las de los votantes. Tengamos en cuenta que es imposible convencer a nadie de la bondad de una propuesta si esos argumentos no salen mil veces en la radio o en la tele y que eso cuesta dinero. Y si además esa propuesta se sale del carril trillado por el que trascurre la plácida vida del votante, o si el líder no está acompañado de una cohorte de asesores que participen activamente en las tertulias y que aparezcan asiduamente en los periódicos la tarea se convierte en hercúlea.
Y una breve queja para finalizar:
Los intelectuales castellanos. ¿Dónde están, por qué no han acudido a la
llamada, por qué esa falta de compromiso con lo suyo, por qué esa estruendosa
ausencia, ese desinterés que contrasta tan meridianamente con el compromiso que
otros intelectuales han tomado por sus tierras, sus gentes y sus
circunstancias? Ahí tenemos otra margarita que deshojar.
9 comentarios:
Aguirre el azote de la izquierda en todo su esplendor:
http://www.youtube.com/watch?v=_B6F87YGTws
Esperanza, la Dama de Hierro Made in spain
Es lo que hay, sin ánimo de ofender
Genial Don pedro, adelante, adelante, viva Castilla
Mire, Don Pedro, si los castellanos tuviésemos todos las ideas tan claras, no habría ni castellanoleoneses ni castellanomanchegos, sólo Castilla y sin concesiones ni al Estado ni a los nacionalistas catalanes o vascos. Ójala llegue ese día. Muy bueno el artículo.
A ver cuándo llega la próxima escisión.
Don Pedro, no estaría mal de vez en cuando recordar su cita, tan definitiva: "Defender a Castilla no supone ofender a nadie, apreciar a Castilla no supone despreciar a nadie, amar a Castilla no supone desamar a nadie. Castilla sólo desea que se la quiera y que se la defienda sin necesidad de negar a nadie." Saludos desde la muy castellana villa de Madrid. Un abrazo, amigo
Un abrazo, Vicente, y muchas gracias por mantener vivas esas palabras. Me siguen gustando. Veo que no a mí solo. Gracias de nuevo
Esas palabras son las que deben calar hasta el subconsciente profundo en todos los castellanos, desterrando la falacia de que el castellanismo es la negación de lo español.
Muchas gracias también a ti, Javier, sinceramente. Un saludo
Muy interesante reflexión, con la que muchos castellanos como el alcarreño que escribe coincidimos al 100%.Enhorabuena por la presentación.
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