Palencia es una emoción:

22 mayo 2007

Tercera vía, tercera España: Una arruga en el entrecejo.

Surge con cautela el partido que aspira a unir a las dos Españas, a evitar que las dos Españas machadianas se perpetúen en los garrotazos más negros. Las cosas de palacio van despacio y vísteme despacio que tengo prisa, vaya. Quizá sea una oportunidad única, así que pretenderán aprovecharla, hay una sola bala y hay que dar en el blanco a la primera. Acertar en el modo, en el fondo y en el tiempo puede ser clave. Del dinero mejor ya no hablar, toda democracia es imperfecta y se asemeja más a un oligopolio donde el símbolo del euro marca barreras que sólo se levantan para los más afortunados.

Una tercera vía es la ilusión de buena parte de España que no quiere votar a un PSOE sujeto a los pechos del nacionalismo minoritario, impositivo e interesado, y que no puede votar a un PP que no renuncia al franquismo ni a parte de su herencia y sus tics. Conseguir que el gobierno de España no dependa de quienes se sienten españoles “de aquella manera” y si les conviene a sus intereses es algo saludable que repercutiría en una política territorial más equilibrada en la que ninguna autonomía tendría bula para tener conciertos económicos “especiales” y que discriminan a los demás. Hay millones de españoles que votan lo que pueden porque no tienen otro remedio. O no votan.

Que los intereses que sustenten con sus votos al gobierno de España sean los intereses que correspondan a cualquier español en cualquier punto de España es positivo también para que los partidos mayoritarios lleven a cabo una política más centrada, centrista y cercana al pueblo, que no nos impongan guerras que el pueblo rechaza o políticas antiterroristas también popularmente rechazadas.

Ese partido, a ver de qué “mano” saca los votos, contribuirá también a señalar los graves errores de los demás, excitando el celo de todos los interesados en la res publica para no perder votos que pueden determinar un gobierno. Y así hasta llegar a que el pueblo vuelva a interesarse otra vez por el funcionamiento de la democracia, regresando a unas urnas que ha abandonado, cayendo en vergonzantes porcentajes de participación en las últimas convocatorias.

Añádanle a todo ello el aderezo imprescindible de un nuevo comportamiento ético y moral que debe regenerar una sociedad asfixiante y capaz de devorar a sus mejores hijos. Entonces algunos políticos deberán empezar a preocuparse, todavía no sé si de derechas, de izquierdas o nacionalistas. Pero hoy les habrá salido una arruga en el entrecejo.

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