Palencia es una emoción:

07 marzo 2008

Salamanca “En el punto de mira”: La ciudad que sólo es un decorado de sí misma

Se acaba de estrenar en España “En el punto de mira”, la película que está llamada a ser un éxito cuya acción trascurre supuestamente en las calles de Salamanca. Doy por sentado que gran parte de los lectores habrán conocido la bella ciudad castellana y habrán paseado por sus calles que han servido de hermosísimo plató a esta película en la que intervienen actores de la talla de Dennis Quaid, Matthew Fox, Forest Whitaker y Sigourney Weaver.

En realidad dice la propaganda que la película está rodada en Méjico, reproduciendo en cartón piedra esa joya de la arquitectura que es la plaza mayor de la capital charra. Pero sepan que se trata sólo de una curiosa forma de publicidad para atraer a los despistados espectadores. ¿Para qué levantar un decorado en el desierto mejicano para reproducir otro decorado? ¿Para qué reproducir tan fielmente un decorado que ya existe? Salamanca en realidad no es una ciudad, es un decorado cinematográfico en el que los salmantinos son comparsas de esa función de cine que es la vida, maniquíes animados cuando los focos se iluminan para hacernos creer que la fantasía es realidad.

Porque las calles de Salamanca se están quedando muertas, vacías, sin ese impulso vital que da el futuro. Salamanca ha perdido cien empresas en un año, no llegan industrias nuevas y nadie mueve un dedo. Una de las más importantes empresas en echar el cierre es Nachi, que llegó con importantes apoyos y en medio de alborotos y de favorables medidas fiscales. Al cerrar ha dejado en la calle a ochenta y siete trabajadores. Nachi ha volado, ha tomado las de Villadiego para ir a producir casi sin invertir a otros lugares donde le hagan otro recibimiento semejante. Y estará allí hasta que vuelva a irse a un tercer lugar, y así sucesivamente. Salamanca ha perdido cien empresas en un año, no llegan industrias nuevas y nadie mueve un dedo. ¿Nadie? El alcalde de la ciudad acaba de subir desmesuradamente los impuestos… para animarnos a vivir en ella.

Las catedrales y el puente romano son sólo decorados artificialmente dispuestos a la espera de que una voz hollywoodiense dé las órdenes, “Luces, cámara, acción”, que toda la ciudad espera. Las campanas, las terrazas de la plaza mayor y las patatas revolconas son simple parte del atrezzo que queda a la espera de que los focos se iluminen de nuevo.

En cuanto se le rasca un poco se descubre que Salamanca no está hecha de piedra de Villamayor sino de yeso y pintura, su monumentalidad esconde una ciudad postiza, sin vida y sin futuro. La gente que debiera habitar Salamanca son puros comparsas de la comedia de la vida, comparsas cuyo futuro será trabajar en la hostelería para que al turista francés, alemán o japonés al que le han dicho que en mitad del campo charro hay un decorado muy bonito pueda tomarse un café confortablemente.

Salamanca queda para el turismo, un decorado falto de vida, con el tiempo sólo vivirá de eso y de un ciclo estudiantil que se renueva cada tres o cinco años, ciudadanos que al acabar sus estudios hacen mutis por el foro sin dejar nada a cambio. ¿Dónde están los salmantinos que callan resignadamente, que no se movilizan, que no toman las calles con sus protestas y sus quejas? Ahora que se llevan de Salamanca las industrias, ¿dónde están aquellos que se movilizaron cuando se llevaban los famosos papeles del Archivo?
Señor Alcalde, ¿qué pancarta va a colgar usted ahora del Ayuntamiento?

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