Los críticos han dado en llamarlo “populismo”. A lo de Chávez y Evo, me refiero. Aunque es cierto que en determinadas ocasiones lo más correcto sería llamarlo “populacherismo”, tan barriobajeros son estos líderes. Peligros de la Democracia, que no siempre es un sistema acertado. Pero ahora que Chávez empieza a callar su enorme boca llena de simplezas, mentiras y fanatismos déjenme que alabe a Evo Morales.
Evo es una consecuencia de la debilidad del Estado que le legaron sus antecesores, del desorden social, de la injusticia y de los enormes desórdenes económicos de un país que está deseando ser normal, con lo difícil que puede llegar a ser eso. Ah, y de la incultura de un pueblo que harto de verse sometido no ha tenido otra opción que apostar por lo imposible, saturado de la ineficacia, de la podredumbre y de la corrupción de decenios y decenios.
Evidentemente Evo no es la solución, pero no había otra. Todo lo demás ya lo habían probado los bolivianos, desde la democracia liberal a las dictaduras más férreas, sin por eso haber encontrado el camino de la justicia y del desarrollo económico que les permitiera vivir con dignidad. Sumido en valores tribales y tradicionales, y apoyado por la parte más atrasada, inculta y salvaje de su pueblo, sólo le falta como a los grandes dictadores cambiar los nombres de los meses del año y ponerles los de sus fieles. Cierto que ya he emprendido lentos pero esperanzadores cambios económicos frente a las grandes empresas multinacionales, con demasiada frecuencia depredadoras de la riqueza de los bolivianos.
Como a los grandes demagogos de izquierdas los parias de la Tierra le siguen por donde va, besando la tierra que pisa. El futuro no puede construirse sin los parias, pero tampoco sólo con los parias. Evo no ha sabido ganarse a esos ciudadanos suyos más adelantados económica y culturalmente, con espíritu más empresarial, moderno y, en el mejor sentido de la palabra, europeos. Son ellos los que ahora le plantean el gran dilema del referéndum autonomista que quiere ser antesala de la secesión.
Un referéndum sólo lo puede plantear la autoridad que tiene la competencia legal para ello y no el primer pelagatos al que le dé la gana, se llame Ibarretxe o Pérez. Se llama democracia, claro. El referéndum de Bolivia es tan absurdo e ilegal como el que ahora trata de disimular el PNV de Iñigo Urkullu. Siempre los referenda de independencia los plantean los ricos hartos de tener que pagar los hospitales, las escuelas, las autovías de los menos afortunados, véase el caso de la Padania. Siempre la secesión es la amenaza del rico epulón cuando comprueba que los pobres también quieren vivir. En definitiva las demandas de más autonomía se suelen traducir en demanda de más dinero.
Incluso hay partidos sedicentes de izquierda que apoyan esta peculiar manera de justicia social. Que se jodan los pobres que estamos hartos de contribuir a su desarrollo con nuestros impuestos. Lo nuestro es nuestro y los pobres… que trabajen para nosotros o que emigren. Si emigran que aprendan nuestra lengua, que se sumerjan en nuestras costumbres y nos acepten como seres superiores. Y que callen porque si no, los echamos otra vez al sitio inmundo del que proceden.
No puede Evo construir Bolivia sin la parte más rica de su pueblo, pero tampoco contra ella, ése ha sido su error, cerrarse a los ricos y avanzados, creyendo que la solución estaba siempre en la Pachamama, en los indios sacrificadores de perros y en las tradiciones seculares, las mismas que han demostrado que no funcionan, que no sirven para salir del atraso y de la ignorancia.
Evo es una consecuencia de la debilidad del Estado que le legaron sus antecesores, del desorden social, de la injusticia y de los enormes desórdenes económicos de un país que está deseando ser normal, con lo difícil que puede llegar a ser eso. Ah, y de la incultura de un pueblo que harto de verse sometido no ha tenido otra opción que apostar por lo imposible, saturado de la ineficacia, de la podredumbre y de la corrupción de decenios y decenios.
Evidentemente Evo no es la solución, pero no había otra. Todo lo demás ya lo habían probado los bolivianos, desde la democracia liberal a las dictaduras más férreas, sin por eso haber encontrado el camino de la justicia y del desarrollo económico que les permitiera vivir con dignidad. Sumido en valores tribales y tradicionales, y apoyado por la parte más atrasada, inculta y salvaje de su pueblo, sólo le falta como a los grandes dictadores cambiar los nombres de los meses del año y ponerles los de sus fieles. Cierto que ya he emprendido lentos pero esperanzadores cambios económicos frente a las grandes empresas multinacionales, con demasiada frecuencia depredadoras de la riqueza de los bolivianos.
Como a los grandes demagogos de izquierdas los parias de la Tierra le siguen por donde va, besando la tierra que pisa. El futuro no puede construirse sin los parias, pero tampoco sólo con los parias. Evo no ha sabido ganarse a esos ciudadanos suyos más adelantados económica y culturalmente, con espíritu más empresarial, moderno y, en el mejor sentido de la palabra, europeos. Son ellos los que ahora le plantean el gran dilema del referéndum autonomista que quiere ser antesala de la secesión.
Un referéndum sólo lo puede plantear la autoridad que tiene la competencia legal para ello y no el primer pelagatos al que le dé la gana, se llame Ibarretxe o Pérez. Se llama democracia, claro. El referéndum de Bolivia es tan absurdo e ilegal como el que ahora trata de disimular el PNV de Iñigo Urkullu. Siempre los referenda de independencia los plantean los ricos hartos de tener que pagar los hospitales, las escuelas, las autovías de los menos afortunados, véase el caso de la Padania. Siempre la secesión es la amenaza del rico epulón cuando comprueba que los pobres también quieren vivir. En definitiva las demandas de más autonomía se suelen traducir en demanda de más dinero.
Incluso hay partidos sedicentes de izquierda que apoyan esta peculiar manera de justicia social. Que se jodan los pobres que estamos hartos de contribuir a su desarrollo con nuestros impuestos. Lo nuestro es nuestro y los pobres… que trabajen para nosotros o que emigren. Si emigran que aprendan nuestra lengua, que se sumerjan en nuestras costumbres y nos acepten como seres superiores. Y que callen porque si no, los echamos otra vez al sitio inmundo del que proceden.
No puede Evo construir Bolivia sin la parte más rica de su pueblo, pero tampoco contra ella, ése ha sido su error, cerrarse a los ricos y avanzados, creyendo que la solución estaba siempre en la Pachamama, en los indios sacrificadores de perros y en las tradiciones seculares, las mismas que han demostrado que no funcionan, que no sirven para salir del atraso y de la ignorancia.
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