Palencia es una emoción:

07 junio 2008

Heineken contra la Sexta: Esta ronda la pago yo.


Permítanme presumir de una de las pocas cosas de las que puedo presumir: Soy ecléctico, me gusta escoger cuidadosamente todo aquello de lo que me rodeo. Hay que saber elegir qué se come, qué se bebe y qué se lee o escucha. No vale cualquier cosa, te puedes intoxicar, te pueden intoxicar.

Hay que saber con qué se alimenta uno, con qué se informa uno, con qué se recrea uno. Por eso nunca veo la Sexta, por eso nunca escucho La COPE. Ya pueden decir lo que quieran, ya pueden echar por su boquita todos los exabruptos que quieran que a servidor le traen al pairo. Eso sí, luego no falta prensa que te “chiven” todas burradas que han perpetrado unos y otros. Ahí la posible manipulación, el comecocos traicionero está desactivado. Y además te ríes.

Pues eso, que no escucho ni veo la Sexta, pero que percibo demasiadas protestas de su atávico anticlericalismo. Y yo creía que eran modernos y que ya habrían superado los años treinta… del siglo pasado. Que hay que tener un poquito de cuidado para no pasarse la vida siendo un anti todo. Un amargado, vaya. Amargados nos sobran, en la oficina, en la comunidad de vecinos, en la familia… Son los de la cáscara amarga, los del diente retorcido, los malaleche, son pelmas, pesados, insoportables, no aportan nada más que frustración y mala leche, pero soluciones… nunca. Pocas, pocas cosas hay en la vida frente a las que se pueda ser “anti”. Como mucho quizá… la Sexta y Federico.

Así que Heineken le retira su publicidad a la Sexta por empeñarse en cachondearse de la Iglesia… Mira que son monótonos, pesaos, pelmas… y amargaos, ya digo. Y los señores cerveceros, que no quieren tener nada que ver con eso, se han ido con su publicidad a otra parte, a invertirlo donde nadie insulte los sentimientos de varios millones de españoles. ¿Cuándo aprenderán algunos necios, de la radio, de la tele, que la libertad de prensa, la libertad de expresión limitan a los cuatro puntos cardinales con el respeto a los demás, que su Libertad, sus libertades, terminan donde empiezan las de los demás.

Yo invito a una Heineken a todo el mundo, barra libre en mi casa una noche de éstas, que alguien lleve patatas fritas y aceitunas. Pero eclécticas, eh.

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