Palencia es una emoción:

27 enero 2009

Zapateril autobombo autopublicitario autogratificante.

Yo tampoco vi a Zapa anoche. Nunca suelo ver la publicidad, me levanto a echar un pis o a jugar con Fermín, mi perro de agua, dulce y mimoso, que con su pelo espeso y rizado parece una oveja bajita, gorda y zalamera. Eso que salgo ganando. Pero no crean ustedes que no lo vi por ser Zapa, a Rajoy tampoco lo habría visto. Si les soy sincero ni me veo a mí mismo cuando me toca salir en la tertulia de los viernes. Y eso que lo mío no es autobombo autopublicitario autogratificante. Pero soy igual de coñazo.

Estoy siguiendo por la prensa digital las primeras preguntas y las primeras respuestas. Y qué más da lo que pregunten ni lo que conteste, estoy convencido de que estos espacios están concebidos para satisfacer el ego de los partidos. Ni un solo participante podrá poner en aprietos a Zapa. A ver si los periódicos del día me desmienten. “Jalá”, que dice la Maripuri, mi vecina.

A Zapa esto no le va a arañar ni un solo voto del enorme capazo que llenará el PSOE cuando llegue el turno de pasar ante las urnas. Zapa es una fiera de la comunicación, sabe más de encandilar al personal que de economía, así nos va. Lo que tiene que aprender la derecha de este personaje. Y de Pepiño. Y de la izquierda en general. ¿Se acuerdan ustedes del hundimiento aquel del túnel en un barrio popular de Barcelona? ¿A que les cuesta recordarlo porque ya queda muy lejos? Pues ahí tienen a la izquierda catalana, montada en la Generalidad.

La izquierda tiene bula. Siempre lo he pensado como siempre pensé que Zapa hacía bien en intentar negociar con ETA. Los demás presidentes lo habían hecho, ETA estaba muy débil y parecía un buen momento para presionarles. Sin embargo ETA se rió de Zapa robando armas en Francia, preparando zulos y volando la terminal de Barajas. ¿Y qué? A Zapa eso se la refanfinfló y siguió negociando a pesar de la humillación, demostrando que sabía que al pueblo, a “su” pueblo fiel, no le iba a importar. Y hasta ganó estas últimas elecciones.

Por eso cada vez me gusta menos la democracia, que sólo es el menos malo de los sistemas de Gobierno. No tenemos otra cosa mejor y mientras no se invente un sistema que lo supere hay que seguir aguantando. Ya se encargará quien proceda de que nadie se desmande, de que nadie se haga demasiadas preguntas, de que los sistemas de enseñanza sean… como son, de que la gente, el pueblo, sea… como es.

Zapatero es el presidente que tenemos, seguramente porque nos lo merecemos y porque Aznar quiso. Cada día estoy más convencido de que nombrar a Rajoy fue una maniobra para que ganase Zapa. Ahora dicen que va a volver. Aznar, quiero decir. A enderezar lo que dejó torcido, empezando por Mariano, supongo. España es un país raro, con la izquierda radical más numerosa de Europa que presume de ser antiespañola, no-española o poco-española, con una derecha pesada, franquista, angustiosa, dividida, incapaz de ganar ni al julepe, sin planteamientos claros de alternativas, sin líder. O con demasiados líderes.

Toda ha acabado ya pero leo en los digitales que el presidente nos recomienda consumir. "Hay que consumir" insiste. Zapa debería decirlo más a menudo, en sus mítines por ejemplo, hasta que consumir resultara progresista, en cuyo caso alcanzaríamos el matrimonio perfecto de capitalismo y socialismo. E inventado por Zapa. Ya digo que España es rara.

No he visto Zapa anoche. Nunca suelo ver la publicidad, me levanto a echar un pis o a jugar con Fermín. Lo que diga Zapa me la trae floja, no sirve para nada. Ni Zapa ni sus alternativas ni lo que digan en la tele, quiero decir. Que todavía estoy esperando mis dos bombillas. “Prometer y prometer hasta “meter” y después de metido… nada de lo prometido”. Unos y otros, sólo que la izquierda tiene bula. Los españoles somos así, después de cuarenta años de intolerancia franquista… nos damos miedo, todo vale porque nos hemos propuesto ser muy tolerantes. Pero sólo con algunos.

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