Palencia es una emoción:

24 febrero 2009

Las dimisiones hacen que un país sea más habitable.

Me encantan las dimisiones, me encanta que haya dimitido el ministro Bermejo. Es más, creo que habría que inventar un nuevo verbo que portara los contenidos semánticos de dimitir y cesar a la vez, la situación política española lo demanda desde hace años. Necesito que haya más ceses, dimisiones, que la gente “dimicese” a mansalva.

La verdad es que el pobre Bermejo se lo había ganado a pulso, nada más subir al pedestal de su nombramiento empezó a acumular méritos para ser cesado. Fue innecesariamente combativo, ingenuamente provocativo y fatuamente altivo. ¡Que le cesen! La verdad es que enseguida empezó buscándose la enemistad frontal de todo el que fuera del PP. Y terminó encontrándose la enemistad frontal de todo el que fuera del PSOE. Es lo malo que tienen esas cosas, que son los tuyos los que te dicen que adiós, muy buenas y que te vaya bien. Reconozcamos que Bermejo se trabajó a fondo su dimicese desde el primer momento, quería ser más zapaterista que Zapatero y eso no se le permite a nadie, el líder es siempre el líder y no admite que nadie le haga sombra.

Pero sin duda son necesarias más dimisiones, hacen falta muchas dimisiones para que este nuestro país empiece a ser medianamente habitable; todavía no sabemos de quién serán, pero ya empiezan a aparecer los primeros nombres, ya hay dedos índices que empiezan a señalar a rostros conocidos.

La sospecha de corrupción amenaza al PP, ya hay un nombre que va unido a la desconfianza y cámaras y micrófonos empiezan a fijarse en él. Hay numerosos indicios, de momento sólo indicios, que arrojan sombras de recelo sobre esos personajillos oscuros y taimados que se esconden siempre en la periferia de los partidos, trepas barriobajeros que como ratas viven a costa de las millonarias migas que dejan caer las organizaciones políticas. Y haría muy bien el PP en arreglárselas para demostrarnos que no hay nadie del partido amparándolos y protegiéndolos, que no hay nadie del partido implicado en tejemanejes sucios, poco honestos e incluso delictivos.

Sin embargo todo en el PP parece moverse en sentido contrario. En vez de encabezar las investigaciones internas para que la pulcritud triunfe, tanto Rajoy como Esperanza Aguirre están demostrando muy poco arranque limpiador y justiciero, todo apunta a trabajos alambicados y torticeras comisiones parlamentarias que emborronarán más aún las turbios ambientes donde tan a gusto se mueven estas alimañas.

Y como en el caso de Bermejo todo empezó con un ataque desaforado… de amigos y compañeros del propio partido, pues del seno del PP madrileño parecieron partir las primeras filtraciones de espionaje, que es, recordemos, por donde empezó todo esto. La vida pública nacional nos muestra su aspecto más impúdico, ofreciendo a los ciudadanos un aspecto de república bananera, un continuado ejemplo de insultos y faltas de respeto mutuas que se ven mil veces reproducidas en radios, televisiones y periódicos.

No puedo saberlo, pero supongo que todo ello se trasmite a la vida privada de los ciudadanos, quizá los sociólogos adviertan qué repercusión tiene esta estúpida tensión, esos malos modos, esos burlas irreproducibles que unos vierten sobre otros y que todos vemos cada vez que empieza un programa informativo. Convencido como estoy de la elevadísima influencia de la televisión en la vida cotidiana de los ciudadanos mucho me temo que esa situación se reproduzca luego, ciertamente en otra escala, en la calle, en los bares y en los centros de trabajo.

En España hacen falta muchos dimiceses, hacen un país más habitable. El pésimo ministro que ha sido Bermejo se ha marchado con viento fresco, pero no debe ser el único, hay otros políticos que deben irse sin dar lugar a que una comisión parlamentaria teóricamente creada para investigar y aclarar lo sucedido acabe por emborronarlo todo para ampararlos.

No hay comentarios:

Seguidores del blog

Otros blogs míos.