Palencia es una emoción:

09 marzo 2009

Mecagüen el día del padre

Quien esto escribe es un convencido de la inutilidad de todos o casi todos los “días de”. Juraría que la mayoría de ellos sólo sirven para aplacar los instintos populares, traducidos en instintos comerciales o instintos reivindicativos. Antes de que las tres retroprogres de todos los días se me echen encima también afirmaré que el día de la mujer, que acabamos de pasar, es muy mono, muy divertido y hasta puede que sirva para concienciar a cuatro señoras hartas de fregar y de aguantar a sus respectivos. Porque para concienciar a quienes pagan de menos a las mujeres o quienes les niegan derechos por el mero hecho de serlo no sirve para nada, ellos pagan menos y se frotan las manos, ya está. Pero al día del padre le tengo una especial inquina. Y al de la madre. Y a otros semejantes, coño.

Que me repito, que lo único que buscan es excitarnos las bajas pasiones comerciales, que es un día postizo, falso, de cartón piedra, que sólo sirve para que se hagan de oro las televisiones anunciando colonias de hombre y corbatas. Y para que se hagan de oro los fabricantes de colonias de hombre y de corbatas. En una sociedad como ésta, en la que la autoridad, toda pero especialmente la paterna, está desaparecida en combate es una estúpida contradicción que se celebre ese día. Es una estúpida costumbre en una estúpida sociedad en estúpida contradicción.

Pero, ¿qué narices vamos a celebrar el día del padre si la sociedad actual ha puesto cerco a la figura paterna, desvirtuado su valor y arruinado su primordial tarea educativa? En nuestra sociedad los valores que solían trasmitir los padres (y las madres, retroprogres que me seguís) han desaparecido, si no totalmente sí en buena medida. Ahora lo que mola son los padres agilipollaos que se niegan a combatir por la educación de sus hijos, que es que con lo que cuesta prefiero ver el partido de la tele mientras me tomo esta cerveza; ahora lo que mola son los padres agilipollaos que prefieren esconder la cabeza debajo del ala en vez de pelear ardua y empecinadamente con sus hijos, sea por los estudios, sea por los horarios, sea por las costumbres; ahora lo que mola son los padres agilipollaos que han cedido, encantadísmos de la vida, la educación de sus hijos adolescentes a las series de televisión, series tan delicadas y enternecedoras como “Sin tetas no hay paraíso” o “Escenas de matrimonio”, por sólo citar dos de las muchas que enmiendan el panorama del “prime time” en casi todos los cuartos de estar de España.

¿Cómo una sociedad que sabotea por mil mecanismos distintos el correcto desempeño de la tarea paterna se propone celebrar el día del padre o de la madre? Sólo se explica porque vivimos en una sociedad tan estúpida que no ve más allá de los veinte o treinta euros que tiene en el bolsillo y parecen quemarle tanto que está deseando deshacerse de ellos sea como sea. En los últimos años hemos salido de la pobreza en que se encontraba España y… No, no, perdonen, esperen que rectifico (¿pobres nosotros?): En los últimos años España ha salido de una etapa de austeridad y nos hemos convertido en nuevos ricos, acostumbrados a gastar cuanto sea menester porque nos da la gana, porque por fin podemos y porque tengo que demostrar a los demás lo rico y rumboso que soy. Y hala, a celebrar el “día de” de la manera más sonora y visible que sea posible. Somos una sociedad hedonista y además gilipollas porque necesitamos que los demás nos vean lucirnos. Lo malo es que viene crisis, a ver cómo la sorteamos sin que los demás noten que ya no tenemos “posibles”.

Y todavía no me he metido con el significado que tiene el hecho de que nadie se acuerde de que el día del padre viene del día de San José. Pero eso en la sociedad actual, laica, hedonista, monetarista, comercial, artificial y más postiza que un decorado de cartón piedra ya no cuenta. Si ustedes deducen que estaba de mal humor mientras he escrito lo anterior tenían buena razón: posiblemente me vayan a regalar una corbata o una colonia.

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