Palencia es una emoción:

16 marzo 2009

Yo quisiera ser chófer de una autoridad política.

Cuando yo sea mayor quisiera ser chófer de una autoridad política. Aunque fuese de una autoridad de medio pelo, que está visto que en España todo político, por poco importante que sea tiene derecho a chófer. Y yo me quiero apuntar. En estos tiempos que se avecinan de crisis, paro y mucho politiqueo quizá la única profesión sin paro sea la de chófer de un político. Aunque sea de político de medio pelo, ya digo.

Seguramente somos el país donde más cargos públicos se mueven en coche oficial y con chófer pagado por el sufrido contribuyente. O sea, por mí, con lo que aumentan mis derechos.

Sólo contando los cargos más importantes de las 17 autonomías salen, según cuentas de la prensa, 1200 coches oficiales. ¡Manda! Y eso que no contamos a alcaldes y concejales de las principales ciudades. A mí no se me da mal conducir y si encima se trata de llevar uno de esos enormes y lujosísimos vehículos blindados que se gastan nuestras autoridades la cosa me encanta más. Me apunto al lujo… trabajando, claro.

Y siempre será un trabajo poco estresante, nunca tendremos que correr para llegar a los sitios, nada se puede inaugurar si no estamos nosotros. Sea quien sea nos tendrá que esperar, será un trabajo sereno, sin urgencias ni preocupaciones; al contrario, lo malo pueden ser las esperas, claro. La vida de un chófer de un líder político tiene que estar marcada por las esperas demasiado largas: conferencias, mítines, reuniones de gobierno, reuniones con los homólogos… Esperar puede ser de mortal aburrimiento para alguien como yo, pero habrá que echarle paciencia, no todo iba a ser lujo y buena marcha. Además siempre puedo aprender a jugar a las cartas con los otros chóferes, tal vez el tute, como los machotes de mi pueblo, tal vez el mus, como los que se las dan de intelectuales mientras se hurgan los dientes con la esquina de la carta…

La enorme cantidad de importantes cargos, y costosísimos, que hay en España me podrían garantizar un puesto de trabajo seguro y de larga duración. Si sé ser simpático y caerle bien al importante en cuestión, créanme que se me da bien hacer la pelota, ya tengo trabajo fijo para sortear la crisis. Que se hunde España, que la crisis acogota a todos los ciudadanos... ¡que se jodan! Mi político nunca tendrá la tentación de ir a pie o en trasporte público. Un político no es político respetable si no tiene coche con chófer, jamás renunciará, ergo… yo siempre tendré trabajo.

Y mientras dure en mi puesto puedo ir labrando mi futuro, por si acaso un malhadado día mi político pierde las elecciones, Dios no lo quiera. Sólo se trata de estar ojo avizor e ir tomando nota discretamente de cada circunstancia de cada día, tener siempre apuntado con quién come, con quién se reúne, qué trajes lleva, qué billetes de avión compra y con qué dinero, qué periódicos lee, cómo le gustan las mujeres… Si manejo bien mis cartas cuando mi político acabe su mandato tendré un dossier suficientemente interesante para cualquier periódico de la oposición. Los lectores estarán encantados de conocer desmenuzadamente qué hizo cada día (¡Y con quién lo hizo!) nuestro amado líder, si se descalzaba en los viajes largos, si se cambiaba de ropa con frecuencia, qué emisora escuchaba... Eso me supondrá, en el caso ya aludido de que mi líder perdiera las elecciones, una suculenta cantidad de dinero que muchos periódicos y algún político de la oposición estarían deseosos de pagarme a tocateja y sin rechistar. ¿De la oposición? O él mismo si sé asustarle lo suficiente y puedo agarrarle por donde más duele, tal y como está el patio de enfangado nunca se sabe.

Que se hunde España, que la crisis acogota a todos los ciudadanos... ¡que se jodan! Mi político nunca tendrá la tentación de ir a pie o en trasporte público. Un político no es político respetable si no tiene coche con chófer, jamás renunciará, ergo… yo siempre tendré trabajo.

No hay comentarios:

Seguidores del blog

Otros blogs míos.