Palencia es una emoción:

07 noviembre 2009

España con los brazos caídos

Contempla España, impasible el ademán, los momentos más dolorosos de la Democracia sin que nadie ose mover un solo músculo. Presenciamos impertérritos el triste espectáculo de los navajeos personalistas en el Partido Popular, como quien asiste a una película con un guión previsible y un pésimo director, sin que las masas votantes se levanten dispuestas a partir la crisma política a los culpables.

Este combate de lucha libre tiene lugar después de que durante semanas hayamos leído, con la mandíbula caída y la boca de par en par, gravísimas acusaciones de corrupción en Madrid y Valencia sin que nadie se escandalizara y sin que se tomaran las más elementales medidas sanitarias contra los responsables. España ha consentido, vergonzosa y avergonzadamente, maniobras de despiste de políticos que ponían su esperanza en que el tiempo avanzara sobre las acusaciones y todo fuera olvidado.

España, con los brazos caídos y la mirada nublada por los golpes, ha tolerado que los que tenían que ocuparse de nuestros problemas y nuestro futuro vivieran sólo ocupándose de enriquecerse. España parece resistirlo todo sin que el pueblo, que se supone debía ser quien mandase, parezca dispuesto a reaccionar.

Asistimos al enriquecimiento ilícito de políticos catalanes, ya ricos previament, sin asomarnos a las ventanas a golpear cacerolas exigiendo la purificación del sistema que lo consiente.
España, con los brazos colgando y esperando la cuenta de protección, permanece impertérrita mientras el paro ha alcanzado a otros cien mil españoles más sin que nadie parezca dispuesto a decir en voz alta que ya está bien, que hay cuatro millones de ciudadanos cuya primera preocupación es poder comer a fin de mes. Nadie parece afectado, todos parecen ver los toros de la crisis desde la barrera sin caer en la cuenta de que el mes que viene puede tocarnos a nosotros. Aceptamos como parte de las reglas del juego que los políticos nos tomen el pelo, que no piensen en nosotros y que no tengan en cuenta que hay un millón largo de familias sin ningún tipo de ingreso.

Peca gravemente quien tiene que dirigirnos hacia el progreso y nos lleva al desastre económico y social, pero peca también quien calla y consiente, quien pudiendo sacudir la conciencia social contra la inmoral la corrupción no lo hace. Peca quien puede sacar a la calle a millones de personas contra el inmoral paro y no lo hace por conveniencias políticas o económicas circunstanciales.

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