Palencia es una emoción:

01 marzo 2010

¿Somos todos unos hijos de puta?

En España todos hemos sido unos hijos de puta”. Claro que Pérez Reverte se refiere a la memoria histórica y pretende demostrar que no hay nadie mejor que nadie, que todos somos hijos de Caín y de nuestros personales odios y manías persecutorias. Llevo quince años contándolo a los cuatro vientos en mis columnas sin haber conseguido audiencia y este hombre lo ha cantado en una frase de nueve palabras. Al césar lo que es del césar.

Personalmente tengo bastante poca fe en el género humano. A caínes no nos gana nadie, ni a mala leche ni a rencorosos. El “ésta me la pagas” es el lenguaje con que el españolito se levanta cabreado porque llueve o porque anoche le dolía, otra vez, la cabeza a la parienta. ¿En la vida diaria observa usted a mucha gente sonriendo en el autobús o en el metro?

Los rostros más relajados me los encuentro en la barra del bar a la hora del aperitivo o del café, el resto del día me veo rodeado de caras amargas, gestos serios y miradas hoscas, ustedes me perdonarán. Supongo que es como cuando al cabo de veinte años regresé a mi pueblo y me encontré a mis antiguos amigos, y a las antiguas novias que me habían dejado por ellos, envejecidos, arrugados y gastados. Los fui enumerando y criticando su estado físico hasta que una duda me asaltó, corrí al espejo y por primera vez me asustó lo que estaba habituado a ver con normalidad cada mañana.
 
 Si al ciudadano común, que se levanta de mala leche, que rabia porque el autobús tarda, que piensa que todos menos él envejecen, que piensa que todos menos él son odiosos, le das un motivo ético o moral ya se encuentra justificado para escupir en la cara a cada peatón con el que se cruce. Todos somos unos cabritos en nuestro día a día pero podemos convertirnos en hijos de puta a poco que alguien se encargue de rellenar éticamente nuestra vaciedad moral con llamadas al servicio a la Patria, a la justicia obrera o a la defensa gremial o corporativa.
 
 No nos miramos críticamente a nosotros mismos. Somos los mejores del mundo mundial y estos cabrones de la oficina de enfrente o el gilipollas ese que me está quitando la única plaza de aparcamiento de la ciudad se van a enterar. Somos unos hijos de puta en cuanto nos quedamos a solas porque no soportamos un examen crítico de nuestras actitudes, de nuestras posiciones ni de nuestra vida particular, pero necesitamos a la masa para escondernos y unas cuantas posiciones filosóficas elevadas para disimular y convertirnos en un hijo de puta con un fusil en la mano.
 
El problema no es que seamos unos hijos de puta, sino que pensamos que sólo los demás lo son.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Kali Rossi;
Sr de Hoyos, veo en usted una bella persona y alguien que desearía un mundo mejor. Yo soy extranjera pero vivo en España hace muchos años, he viajado por todo el mundo y me doy cuenta de que los españoles no son ni mejor ni peor que otros. A veces tenemos una idea errónea de los pueblos debido a sus gobernantes, que suelen ser la peor gente. Pero la gente de a pié el ciudadano común o es gris o es bueno. La Maldad con mayúsculas suele estar en manos de unos pocos mandamases y trepas. Saludos

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