El estado de la nación quedó bastante claro después de lo que hemos visto en estos dos días de debate: Caótico. Estas contiendas carecen de toda función práctica aparte de mostrar las limitaciones de la Democracia y de nuestros políticos. Repetimos año tras año los mismos errores: “Y tú, más”. La frase de ZapaHuero lo describe todo: “Yo sé que he perdido el afecto de muchos españoles en estos dos años, pero usted no está para tirar cohetes”. Y tiene razón, Rajoy se está limitando a esperar que el cadáver de su vecino pase delante de su puerta. ¿Pero pasará?
Entre la inactividad y la inoperancia el Gobierno nos conduce a la nada; la oposición sumida en el encogimiento de hombros y en la negatividad carece de iniciativa y los españoles desconocemos su programa; entre todos navegamos a la deriva, económica, moral y socialmente. Carecemos de proyecto.
Lo anunció Durán i Lleida, habitualmente calificado como el más serio, responsable y trascendente de nuestros políticos: No cabemos en esta Constitución tal y como ha sido interpretada. Dicho de otra forma: o el árbitro señala lo que nosotros decimos o se acabó el partido. Y, también, muy posiblemente tenga razón. España carece por el momento de un partido nacional que sirva de apoyo a quien haya sido elegido para firmar el BOE. Siempre, emboscados detrás de las urnas están los nacionalistas, con González, con Aznar, que habló catalán en la intimidad cuando le convino políticamente, ahora con Zapa, que debe su presente a los votos del PSC de Maragall y su futuro a CiU, y tal vez mañana, si esto no se endereza, con Rajoy. Y como colofón de todos los apoyos en juego, un precio que hemos de pagar entre todos, sea en dinero invertido, sea en legislación a la demanda del partido apoyante.
Los españoles estamos condenados a vivir haciendo equilibrios en el alambre, en lo más alto del circo mundial, sin red que nos espere abajo, y con nuestros políticos jugando divertidos a desequilibrarnos. ¿Alguien me ofrece trabajo en otro país?
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