Creo que hay figuras, grandes figuras de la Humanidad, que han tenido la desgracia de ser católicas. La madre Teresa, por ejemplo. Si ayer jueves habría cumplido cuarenta años en vez de 100, sería infinitamente más famosa, querida y valorada por nuestra sociedad.
Ayer jueves la madre Teresa, la que se entregó a los pobres, a los muertos de hambre, a los despreciados por todos nosotros, la madre Teresa que tuvo dudas de fe, esa santa que parecía una aldeana de alguna zona alejada, subdesarrollada y alejada de la cultura, hubiera cumplido cien años. No vi ninguna referencia en El País ni en Públiko, periódicos que últimamente se han especializado en desbordar sus páginas con las alusiones a la pederastia de algunos clérigos católicos, periódicos que parecen haberse especializado en información religiosa... si sirve para atacar al Vaticano y a los creyentes.
Si la madre Teresa hubiera tenido ahora cuarenta años, habría montado una ONG y en medio de focos y micrófonos habría encabezado una expedición de camiones ultramodernos y vehículos todoterreno para llevar aspirinas a los niños de la India, pongamos. Saldría en todos los informativos apoyada en su camión, recibida en la Moncloa o en el Elíseo o en Buckingham entre destellos de flashes mientras mendigaba su partecita del 0’7% en nombre de la Democracia, de la igualdad sexual o de la infancia afligida por supersticiones religiosas.
Pero ya digo que era católica, la muy infeliz, y predicaba en Evangelio. Tuvo que esperar a que su obra tuviera éxito y miles de personas fueran atendidas por las monjitas de su congregación religiosa para que le llovieran las entrevistas, los recibimientos y las limosnas con las que los del primer mundo subvencionamos a nuestra doble moral, nuestra falsa ética y nuestra adormecida conciencia para que no nos den la paliza antes de acostarnos.
Su cumpleaños ha pasado desapercibido entre bombas, riñas políticas, reuniones de famosos y el sorteo de la Champions Leage, pero no la de Zapa, sino la buena, la de fútbol. No he visto ni en Públiko ni en El País una reseña de sus miles de buenas obras, ésas que contribuyen a hacer un mundo mejor, más solidario, más humano y más justo. Debe ser que a esos periódicos no les interesa la Solidaridad, la Humanidad ni la Justicia, al menos si viene de los miles de misioneros católicos, pues si fuera así habrían publicado un listado de sus hospitales, sus centros de acogida o sus asilos, quizá incluso unas declaraciones de algún benefactor.
O quizá fuera que esos periódicos carecieran de espacio porque tuvieran sus páginas dedicadas a algún caso de pederastia dentro de la Iglesia, en las que se nos informara hasta del número de zapato que calzaba el maldito cura bastardo, acompañada de multitud de entrevistas a padres, hermanos, vecinos y hasta al caballito de madera del niño, todo ello ilustrado con grandes fotografías de algún tétrico seminario donde el malnacido abusador cometió su delito.
Bueno, tal vez sea que ayer no tuve tiempo de detenerme demasiado en leer profundamente estos periódicos, tuve mejores cosas que hacer.
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