Vuelve uno de vacaciones pa esto. Llega uno a la propia casa, arriba por fin a la ciudad que le acoge para encontrarse con España. En Estados Unidos, quiero decir. Manda narices que España pase a la vida política de Estados Unidos por nuestra mala educación. Hablo, ya lo ven, de los cojones de Sarah Palin. Yo me quiero ir de España.
No, no me quiero ir de España, me quiero ir de esta España grosera y que considera normal y cotidiano expresarse de esa manera. Y considera cursi no expulsar tacos por el orificio bucal. Quiero huir de la España que tiene todo el día los cojones en la boca hasta el punto de contagiar a uno de los países más conservadores del mundo. Y sin embargo se les pegan nuestros malos modos brutales, ineducados y desinhibidos.
No, no es la primera vez. Ya Madeleine Albright repitió el exabrupto tras no se qué maniobra de la aviación militar cubana. Los “cojones” esta vez eran habaneros pero la expresión seguía siendo española. ¿Por qué nos copian, y de paso publicitan, nuestros malos modos?
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