Me voy a pasar a cronista del mundo rosa; al paso que van la economía y la política nacionales los españoles van a rechazar todo lo que les recuerde los quebraderos de cabeza que padecemos y a quienes nos los producen. ¿No es mucho mejor hablar de Carmen de Mairena (se llama así, ¿no?) de Paquirrín o de Belén Esteban? A veces, sólo a veces, entiendo a los españoles, quizá sea en verdad preferible beberse una vendimia entera de Belén Esteban que un “chupito” de Zapatero. Pues hoy le toca a Sara Carbonero, una de las diosas laicas a las que España ha rendido.
Sara se ha aumentado los pechos. O lo va a hacer, no estoy seguro ni importa. De tamaño, digo, no es que se haya puesto tres o cuatro, supongo que seguirá teniendo dos... a no ser que Iker le haya hecho tan estrafalaria petición, que no creo, que sólo tiene dos manos, muy bien entrenadas, pero sólo dos. No puedo decir que admirara a la periodista, famosa por ser la novia de un futbolista brillante, pero me interesaba su lucha para ser reconocida por su trabajo, para que se valorara su desempeño profesional y para que algunos dejaran de lado su vida personal, que es o debería ser exclusivamente suya. El beso que el portero de la selección española le dio tras la final del mundial no ayudaba, pero la muchacha ponía empeño en su labor profesional.
Pues la diosa civil de la España en crisis no debía estar conforme con su figura; conste que a mí lo que más me gustaba eran sus ojos y sus labios, no soy nada original. Allá ustedes si no se creen que apenas me había fijado en sus... en sus... en su busto, vaya. Yo miraba a sus ojos, escuchaba la información y punto, más no bajaban mis ojos. Pues la chavalilla, estoy en una edad en que puedo y me da la gana llamarla chavalilla sin que suene a desprecio, va y se nos aumenta de talla la tan aludida parte de su anatomía. ¡Y yo que creía que quería ser valorada por su trabajo! ¿Y los periodistas varones se aumentarán…? ¿Qué se aumentarán?
Con frecuencia he observado actitudes machistas en quienes más deberían rasgarse las vestiduras; con frecuencia observo anuncios de colonias y coches (¡O partidos políticos!) que son un elogio al sexismo más descarado sin que nadie se escandalice ni la Bibiana abortista levante una de sus cejas en pro de la igualdad. ¿No podrían poner a un tío en calzoncillos para anunciar unas compresas? Para compensar, más que nada.
Pues se me antoja algo semejante lo de Sara Carbonero. Joven, universitaria y viviendo intensamente la época actual debería entender que unos pechos más grandes (y más postizos) no añaden nada a su personalidad. Además, dejaríamos de mirarle tanto a los ojos. Eso sí, la llamarán “tía güena” más veces, más alto y con más desvergüenza. Con lo que a mí me gustaría prestar atención a sus informaciones o simplemente concentrarme en su mirada o en sus labios sin parpadear.
Ah, una pregunta... ¿le subirán el sueldo en la cadena o al menos le pagarán una parte de la operación, tal vez una mama o al menos media? ¡País!
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