Este fin de semana ha empezado la campaña de las elecciones catalanas, sálvanos, Señor. Siempre he temido la época previa a cualquier consulta popular, un político mitinero en campaña se parece cada vez más a Belén Esteban nadando en la pecina de los programas de Telecirco. La campaña electoral es el momento en que los ¿prohombres? que nos dirigen se vuelven más burdos y bastos, cuando su discurso, habitualmente zafio y ordinario, se vuelve inaceptable, asocial y contrario a la inteligencia y al sentido común, es el momento en que los políticos se dedican a adular a los más burros de entre nosotros, a cultivar cuanto de animal salvaje queda en nosotros a pesar de los siglos de supuesta civilización. Zapatero y Piugcercós son sólo dos botones de muestra de la chabacanería y ramplonería en que podemos caer.
Que Zapatero necesite aludir crítica y sarcásticamente al Papa delante de unos cuantos cientos de fervorosos feligreses es muestra patente de su mezquindad. Exacerbar los bajos ardores de la masa patética (la masa siempre es patética y acrítica, con independencia de su ideología) es lo mismo que hacen las actrices que salen coritas (perdonen este palentinismo, sólo tenemos unos pocos, no dan para inventarnos un idioma propio) en las pelis americanas haciendo equilibrismo en la barra vertical: excitar las más rijosas pasiones. Sólo es muestra de su desesperación ante la inevitable pérdida del poder y de su limitada capacidad intelectual. Un secretario como él es indigno de un partido como el socialista, con más de cien años de historia y próceres intelectuales, no todos, cargados de sabiduría, no siempre. Pasará, ya ha pasado, a la historia de España como el más lamentable y penoso presidente de la democracia. Puede que el Estado deba ser laico, pero no se merece un presidente anticlerical, casposamente anticlerical, decimonónicamente anticlerical. Este hombre no sabe todavía que estamos en el siglo XXI.
Lo de Puigcercós... Es inconcebible que la izquierda en su deriva radical haya caído en las trampas de las que siempre acusó a la derecha clasista. Si un político “españolista” (¿Qué diablos es esto?) dijese semejante cosa absurda de Cataluña tronarían las campanas de todas las sedes políticas del Principado, sería el llanto y el rechinar de dientes de millones de ciudadanos en manifestación, el infeliz sería expulsado a los infiernos de la descalificación por fascista, racista y xenófobo. ¿Cuántas banderas españolas serían quemadas en cuántas manifestaciones diferentes en cuántas ciudades catalanas?
El nacionalismo tiene que ser victimista necesariamente, eso es algo que todos aceptamos como parte del juego, con la misma naturalidad y escepticismo que aceptamos que la izquierda es más “social” (¿?) que la derecha, a pesar de los millones empleados por Zapatero en rescatar a los bancos y a pesar de las deudas de los partidos con la banca. Pero ese victimismo no tiene que llevar a la memez ni a la ofensa. ¿Cuántos millones de andaluces pagan impuestos en Cataluña porque Franco favoreció intensa e intencionadamente la emigración desde el interior de España en vez de pagarlos en su pueblo? Ser catalán es un orgullo y por lo tanto es algo elogiable y digno de ser enaltecido, ser catalanista en cambio es una opción política que en boca de este inepto, falso izquierdista, zafio político, torpe mitinero y estúpido ser humano se convierte en un pecado despreciable.
PD Dice Puigcercós que otras comunidades reciben más de lo que generan. Claro, digo yo, a eso se llama justicia social, reequilibrio y redistribución de la riqueza. También se da, loado sea Dios, entre las personas, no sólo entre las autonomías.
La hombría de Zapatero no tiene límite, se atreve "gallardamente" con el Vaticano pero se calla "valientemente" con Marruecos Un ejemplo moral interesante para el español....
La hombría de Zapatero no tiene límite, se atreve "gallardamente" con el Vaticano pero se calla "valientemente" con Marruecos Un ejemplo moral interesante para el español....
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