Los reyes magos me han traído la vieja amistad perdida del compañero con quien tanto compartí, con quien tanto luché y a quien tanto aprecié a pesar de nuestras discrepantes opiniones.
Resulta emocionante cómo la vida da vueltas y aquél que un día perdiste porque quiso emprender un nuevo rumbo vuelve a ti, tantos años después, haciéndote presente el valor de una amistad forjada en la entrega al servicio de los demás. El tiempo, que se encarga de ordenar los pedazos de nuestra vida como en el juego del tetris, vuelve a reunirme con quien tanto me enseñó a preguntarme por mi responsabilidad sin preguntar por la de los demás.
Las personas limpias y con nobles sentimientos siempre quedan en tu memoria a la espera de ser rescatadas por el tiempo, dejando huella de su generosidad y espíritu de entrega. Vuelven tarde o temprano como se fueron, con altura de miras, sin enjuiciar a los demás, sin críticas amargas, sin neurótica desesperación, sin úlceras en el alma, sin verter a los demás las heridas sanguinolentas que el paso de la vida les va dejando; aportando al colectivo en vez de restar, sin una crítica amarga, colaborando en vez de poner zancadillas.
Será por eso que dejan disciplinada huella en sus compañeros y amigos, en sus superiores y subordinados; será por eso que pasan por la vida sin sufrir amargura, divulgando alegría de vivir, trasmitiendo a los demás su entrega y su fe en la sociedad. Será por eso que este tipo de personas, positivas, que jamás osan juzgar altivamente a los demás, críticas antes consigo mismas, dejan huella, comunican esperanza y ternura. Por eso si al doblar alguna esquina de la existencia te los vuelves a encontrar te hacen saber que la vida sirve, que servir es vida, que servir es colaborar y no torpedear, que el mundo no es enfrentamiento ni una jaula de loca amargura vociferante.
Es altamente satisfactorio encontrarte con quien te muestra cómo vivir responsable y felizmente en vez de mostrar su angustia vital o su úlcera de duodeno. En tiempos en que es más fácil encontrarte por la vida con personas ásperas y negativas, de fácil crítica amarga, te reconforta saber que no todo está perdido, que hay alternativa seria y responsable a la acided medioambiental. Al colmillo retorcido.
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