Y todavía no me tiren piedras, lectores, déjenme ponerme primero la venda: Conste que el titular de este artículo es una provocación y nada más que una provocación para que usted entre a leer, algo que todo autor desea. Aún así, sigue siendo cierto, los católicos son, somos, unos cobardes que por puro miedo consentimos que nos meen encima y para disimular gritamos que llueve. Calentito, claro.
España está pasando por encima de nosotros instigada por el laicismo arrasador del zapaterismo, ese movimiento político que consiste en que para combatir el paro subvencionamos a los maricas de Mozambique, para combatir la crisis económica levantamos todas las tumbas de la guerra civil (¿todas? No, sólo las de un lado), para combatir el cierre de empresas prohibimos los toros en Cataluña y para ahorrar dinero público gastamos miles de millones en un plan de empleo para llenar España de carriles bici. Y digo que es España quien pasa por encima y no el PSOE o el zapaterismo porque mientras unos nos acometen otros callan y consienten. Es España, evidentemente.
Y mientras los españoles se llenan la boca de alianza de civilizaciones España calla en medio del silencio cómplice general cuando en una televisión alguien, partiéndose de risa, cocina un crucifijo como parte de un divertidísimo espectáculo. Y nadie tiene los bemoles de ir a un juzgado por ofensa a los sentimientos religiosos de los ciudadanos, circunstancia recogida en nuestro Derecho. Y mientras España se llena la boca de alianza de civilizaciones nos insulta en medio del silencio cómplice general cuando en un periódico de tirada nacional algún columnista insinúa una relación “especial” de Jesús con una prostituta. Y nadie tiene los bemoles de ir a un juzgado por ofensa a los sentimientos religiosos de los ciudadanos, circunstancia recogida en nuestro Derecho, repito.
Y ahora los que se llenan la boca de palabras hermosas como democracia, libertad y respeto acosan y atosigan a quienes pretenden oír misa en la universidad de Barcelona. Insisto: en nombre de la libertad, del respeto y esas cosas. Las amenazas, pues de eso se valen aún en nombre de la democracia, han conseguido que se suspendan las misas en la capillita del lugar. En nombre del progresismo se nos da otra bofetada más y nosotros ponemos la otra mejilla. Todo muy cristiano, demasiado cristiano para los seguidores de quien echó a bastonazos a los mercaderes del templo, los capitalistas de entonces. Nadie hace nada, nadie toma cartas en el asunto para defender la libertad de los que quieran ir a misa.
Tenemos miedo, lo sé, se trata de miedo nada más. Miedo no a la tortura o a los leones del circo, es miedo sólo a la crítica, a ser señalados, a ser mirados como apestados, a ser calificados de cavernícolas. O sea, que somos unos cobardes, ya digo, vea usted el porqué del titular.
Son cosas del entretenimiento zapateresco, mientras andamos en estas peleas el paro ha crecido, más empresas han cerrado, se congelan las pensiones y se recortan los sueldos. Y también la libertad individual, como es evidente. Eso sí, estamos en la champions lig del laicismo, hemos alcanzado a Italia y pronto vamos a superar a Francia. En cuantito Merkel se descuide rebasaremos también a Alemania, lo sé porque he leído los posos del té. Bueno, no, eran sólo unos brotes verdes que me encontré en unas palabras zapateriles escritas con letras de oro en sus memorias inmarcesibles.
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