Palencia es una emoción:

15 marzo 2011

Hay que acabar con la energía nuclear

Es uno de los debates más antiguos que conozco, me acompaña desde que abrí los ojos al mundo que me rodea. ¿Nucleares? No, gracias. La frase nos ha acompañado en todos los idiomas allá donde hemos ido a ampliar nuestras fronteras o a dejar abandonada la boina con la que nos adornó el terruño al nacer.

El debate se ha reabierto tras el maremoto que ha asolado la costa norte de Japón, sus centrales han resistido el brutal empuje de la tierra pero no han podido con la fuerza del mar. La alerta ha saltado y el peligro nos acongoja a todos, aún a tantos kilómetros de distancia. La central de Garoña tiene condiciones semejantes a la asolada y el Gobierno hace tiempo que ha decidido su cierre a pesar de que la población local la apoya.

Todo lo que es nuclear cuenta con una imagen negativa, mala prensa y escasos apoyos políticos. En España carecemos de suficientes centrales que nos abastezcan, necesitamos importar electricidad de Francia, lo que nos lleva a tener que importar también y enterrar donde podamos los desechos nucleares consecuencia de su producción. Para absurda contradicción debemos recordar que buena parte de España vive en la zona de acción de centrales nucleares francesas, cuyos efectos en caso de desastre llegarían hasta nosotros, dado que la contaminación nuclear no conoce fronteras ni los Pirineos son barrera insuperable para la radioactividad.

La pregunta es si el mundo está decidido a prescindir de la energía que utiliza, si nuestro rechazo a lo nuclear conlleva aceptar que no podemos gastar en energía lo que estamos gastando, si tenemos claro que deberemos prescindir de calefacción y aire acondicionado en los niveles que acostumbramos, si entendemos que los ascensores deben dejar de funcionar, pongamos, a partir del sexto piso; si las televisiones deben cerrar sus programas a las diez y media y enviarnos a todos a la cama, si las ciudades deben quedar a media iluminación.

La pregunta es a cuánto estamos dispuestos a renunciar para prescindir de las centrales nucleares. La pregunta es si sabemos lo que queremos, si sabemos el rumbo que queremos seguir en esta sociedad hipertrofiada. Desarrollo sí, claro, pero ¿cuál es el precio que queremos pagar? ¿De qué prescindimos, de las nucleares o de la energía? Nucleares en España no, ¿y en los Pirineos franceses? Ahora que queremos tener coches eléctricos porque contaminan menos y la gasolina está cara.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas noches, he visto en la 2ª cadena "la noche temática" sobre las actuaciones posteriores al desastre de Chernobil, y las consecuencias para la poblacion. Eso no se ha terminado. Ni pensar en lo que queda por pasr con Fukushima.
Es para estar muy acojonado, con perdón.
Saludos

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