Palencia es una emoción:

25 abril 2011

Jueces herrados


¿Puedo sentir a la vez necesidad y rechazo a escribir? Mi impulso inicial es siempre echar mano al teclado y desenfundar mis sentimientos, tener una idea y desarrollarla hasta completar un artículo, emplear treinta líneas en maldecir a la sociedad por prestar atención a la vida de otros, por muy ilustres que sean, para distraer las penurias de la propia.

Sin embargo al mismo tiempo tengo la cabeza en otras cosas y me cuesta centrar la atención en un tema. La boda real, los jueces, el etarra de mi pueblo... asuntos no faltan que echarme al blog. Últimamente me asalta el tema de la boda del próximo fin de semana, ¿cómo puede haber tanta gente que siga despendolada el asunto ese de la boda del hijo de LeidiDi? ¿Por qué están las teles calentando el ambiente en un asunto que ni nos va ni nos viene? O no debería irnos ni venirnos, vaya. ¿Cómo puede haber personas que se vayan a Londres, hagan visitas turísticas y se gasten una pasta en semejante asunto que, afortunadamente, no afecta para nada a su vida? ¿Tan patética es, tan patéticos somos?

Si yo cometo un error en mi trabajo lo pago. Viene mi jefe y me dice que no, que así no, que ni se me ocurra. Si un juez comete un error infinitamente más grave, infinitamente más delicado ¿no pasa nada? ¿Nadie responde? ¿Todo queda en una bronca entre partidos? Por cierto, ¿la Justicia no es ajena al poder político? ¿O no debería serlo? En cuyo caso ¿quién responde?, quién llama la atención al errado? ¿Cómo se llama la atención a un juez errado? ¿Herrándolo?

¿Quién devuelve el honor mancillado de Marta? Con qué ligereza manejamos el lenguaje, qué poca importancia damos a palabras demoledoras, qué poder corrosivo tiene la palabra impresa, qué fuerza destructiva que tienen algunas opiniones de personas amargadas, retorcidas, malsanas, ulcerosas. Qué fuerza destructiva tienen los oídos atentos a las maledicencias, a la crítica fácil, qué estúpidos quienes prestan atención a la calumnia interesada, baja, ramplona ¿Quién se traga ahora palabras apresuradas, falsas acusaciones y sentencias anticipadas? ¿Quién compensa a Marta de la sentencia de “cámara y micrófono”? El honor, la honra personal, el buen nombre, vale más que todas las medallas que haya podido ganar en su vida. Si se las hubieran robado la guardia civil haría todo lo posible y lo imposible por devolvérselas ¿Quién investiga a los ladrones de su honor?

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