Palencia es una emoción:

28 abril 2011

Qué risa con la jequesa

Iba a centrarme en España, pero ampliaré fronteras porque creo que todo el mundo padece del mismo mal. Y si no, ahí tienen ustedes a una norteamericana sentada día tras día para no perderse la real boda inglesa. Nuestras vidas deben ser tan pobres que necesitamos ilusionarlos con la de los demás para poder resistir este mundo.

Nos llaman la atención los fastos y oropeles del mundo verbenero de los mandamases y a ellos nos entregamos plenamente convencidos de su validez, aunque a lo peor resultan ser sólo una falsa ilusión de cartón piedra. Miren lo que pasó con Diana Spencer, divorciada, reina frustrada y enrollada con alguien que la llevó a la muerte.

Nosotros hemos vivido la ilusión de las mil y una noches con forma de mujer fatal, con forma de Marlen Dietrich en el siglo XXI, la jequesa que tan ceñida como enturbantada ha recorrido calles y plazas de la capital del (todavía) reino. Enamorado como estoy de las pelis antiguas en blanco y negro era ver a la jequesa y creía estar viendo a una femme fatale en alguna de espías, pongamos de los años previos a la segunda guerra mundial, tal vez abandonando el hotel Savoy. Sólo la barba desordenada, blanquecina e inapropiada del rey Borbón me traía al tiempo presente.

Media España ha soñado con la esbelta mora como antes soñábamos con la Bardot y compañía. Al jeque y a  la jequesa les hemos sonreído, aplaudido y enjabonado porque venían del lejano Oriente a traernos oro, incienso y mirra. Y hasta les hemos entregado las llaves de Madrid como si fuesen Gadafi, talmente. Pleitesía obligada para que nos saquen del trance en que nosotros solitos, con la inestimable ineficacia de Zapahuero, nos hemos metido. Imagino que con las llaves de Madrid iría un pliego de instrucciones para su devolución, no vaya a ser que de pronto descubramos que no son un país democrático, homologable con Occidente. Quizá hubiera venido bien un sobre prefranqueado para facilitarles la labor.

Y les hemos bailado el agua hasta extremos que sólo faltaba llevarlos a un tablao flamenco a comprobar las raíces árabes del folklore popular andalusí. Sin embargo no les hemos preguntado, supongo que porque hablar y taparse la nariz es complicado, por los Derechos Humanos en su país, por el estado de la Democracia, por la situación de los homosexuales y otras zarandajas semejantes. Supongo que éste es un error subsanable el día que nombren embajador a Zerolo. Eso sí, nos hemos vengado poniéndole a la pobre jequesa una rejilla en la que dejar clavado el tacón de su zapato, y aún así, qué elegancia y donosura la suya al solucionar tan traviesa fullería. Ya digo que nuestras vidas deben ser tan pobres que necesitamos ilusionarlos con la de los demás para poder resistir este mundo.

Por cierto, tampoco hemos preguntado al moro qué tal se encontraban sus otras esposas….

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